Llegaste
a mi vida vestida con aquel vestido blanco vaporoso sobre tu piel marmolea.
Debí darme cuenta entonces, de que simplemente era el primer aviso. Ese vestido
blanco era la señal, era tu manera de decirme que solo era el principio. De que
solo llegabas para vencerme, para ganarte mi corazón con tus besos profundos,
tus caricias eternas y tus risas que marcaban el ritmo de mi caminar.
Me
ganaste, y como un loco enamorado te seguía por donde pisabas. Te amé,
conseguiste ganar mi amor con solo un chasquido de tus dedos, con solo unos
pasos en la arena, con tu pelo volando al viento, mientras me mirabas como solo
tú sabías.
Pero un
día cambiaste, tus pasos ya no eran etéreos, la furia se notaba en cada movimiento
de tu cuerpo. Ahora ya no bailabas para mí, tu son había cambiado, tu voz ya no
era un susurro escrita para mis oídos, tu voz era un torbellino de palabras a
gritos, era un huracán de sentimientos sin control.
Me
habías declarado la guerra, y a pesar de seguir enamorado de ti, te seguía el
juego, simplemente porque te quería. Tú querías pelear y yo te daba todo lo que
me pedías. Llegaste a aburrirte de aquello y me dejaste solo en tu compañía.
Vivías
a mi lado, andabas descalza por el piso, mientras yo miraba como tarareabas
canciones que ya no eran para mí. Bailabas en la ducha cuando pensabas que
estabas sola. Y yo te observaba como un espía, hambriento de tus besos. Moría
por ti, enfermaba de verte y no poder siquiera rozar esa piel que antes era
mía.
Enfermé
por ti, mi temperatura subió, deliraba la mayoría de los días. Tenía hambre de
ti, de tus miradas, de tus caricias, de tus cafés con leche a media mañana, de
mis camisas en tu cuerpo, de tus risas por mí. Pero tú no me dabas nada, me estabas
matando de hambre.
Por fin,
un viernes a las seis y diecisiete te decidiste. Hiciste tus maletas y sin un
adiós te marchaste, sin mirar atrás, sin darme siquiera una explicación, ni un
beso de despedida, aunque esta vez tu dulzura me supiera amarga. No recibí nada
más de ti. Solo una puerta cerrada y unas llaves sobre la mesa.
Y yo me
quedé mirando esa puerta blanca en mitad del pasillo, esperando algo, aún no sé
el qué, pero ahí me quedé. Mirando durante lo que me pareció un segundo, pero
que tuvo que ser más porque la mañana le siguió a la noche. Y morí, morí allí
mismo, morí en aquel pasillo observando tus últimos movimientos. Ese vestido
blanco, ya no era blanco.
Tú ya
no eras mía, habías pasado por mí matándome de amor. Y recordé una vez que me
dijiste que serías mis cuatro jinetes. Entre risas y caricias me decías que por
ti moriría de amor, que nunca podría vivir sin ti. Y yo besaba cada una de esas
palabras, y asentía, sin saber cuánta verdad encerraban. Tú fuiste mi amor, mi
deseo, mi guerra, mi hambre, mi enfermedad, mi muerte.
Qué bonito!!!! Me gusta mucho, en pocas palabras has contado una historia muy apasionada.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Besos.
Muchas gracias. La verdad es que es para un reto sobre el Apocalipsis, y se me ocurrió esto. No tenía límites con las palabras, pero ya sabes que a mí me gusta contar en cortito.
EliminarUn besillo.
Me encanta María, nunca se me habría ocurrido mezclar así el apocalipsis y el amor y me ha encantado el final!!!
ResponderEliminarHa estado muy bien!!
Un beso ;)
Muchas gracias. La verdad es que fue lo primero que pensé al hablar de Apocalipsis, jajaja. Hasta que formé la idea en mi cabeza.
EliminarUn besillo.
Qué belleza de relato, María :)
ResponderEliminarEl amor puede llegar a ser apocalíptico!! Jeje
Besitos!!!
Completamente de acuerdo.
EliminarY s que con el amor nunca se sabe...
Un besillo.
Me encanta.... No siempre paso a comentarte pero te leo siempre (menos la búsqueda creo que se llama, porque es más fantasioso para mí)
ResponderEliminarPor cierto, me encanta la foto q te pusiste nueva de perfil, estás super guapa.
BEsos
Muchas gracias. No pasa nada porque no comentes, a veces no tenemos tiempo o se nos pasa... jijiji
EliminarMe alegro de tenerte por aquí.
Un besillo y gracias por lo de guapa.
Una visión descriptiva de un amor apasionado que entra con piel blanca y vuelo de gasa y termina dando la espalda, sin una despedida y un portazo.
ResponderEliminarMuerte, guerra, hambre y peste...El amor puede llegar a hacer padecer todo ello.
Estupendo relato.
Besos
Muchas gracias, la verdad es que a veces el amor puede ser demasiado destructivo.
EliminarUn besillo.
Precioso relato donde el amor se enfrenta a una nueva forma de Apocalipsis. Donde comienzas como un príncipe que ama y se enamora y ella termina una relación sin una explicación y un portazo. Un abrazo
ResponderEliminarLa verdad es que a veces no se necesitan explicaciones, la verdad es que el amor a veces es un torrente de emociones.
EliminarUn besillo.
En el fondo, el amor es un apocalipsis. Suenan las trompetas, se rompen los sellos, se abren los cielos, sentimos un terrible terremoto. Me ha gustado mucho, María. Abrazos.
ResponderEliminarSi, el amor nos rompe siempre los esquemas, sea para bien o para mal.Me ha gustado tu similitud.
EliminarUn besillo.
Genial relato donde el amor no es sólo un infierno sino que también el apocalipsis. Es brillante, María. Muy bueno. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarMe alegro de que te guste. La verdad es que a vexces el amor nos llega y nos rompe todo a su paso.
EliminarUn besillo.
Un amor que todo lo concede y que luego todo lo arrasa para que tras de sí, no quede nada. Hay amores que son así, como llamas incendiarias, y cuando se apagan, solo queda oscuridad. Me da pena tu prota, creo que no se merecía tanto sufrimiento :(
ResponderEliminarMuy bueno, María, ¡¡sentimiento en estado puro!!
Un besillo de viernes.
Cuando las relaciones se dejan siempre hay uno que sale peor parado. Sobre todo si sigue enamorado.
EliminarUn besillo.
Muy bueno María, me encanta, te ha quedado espectacular. Ella engloba todo lo malo del desamor; y creo que, en muchas ocasiones, los temas del corazón nos destrozan igual que lo haría un apocalipsis, jeje ; )
ResponderEliminarSi, a veces vienen en vendavales de sentimientos, jejeje.
EliminarMuchas gracias.
Un besillo.
Un relato muy lúcido.
ResponderEliminarAbrazo!!!
Muchas gracias.
EliminarUn abrazo.
Una curiosa forma de mencionar la irrupción de los jinetes del Apocalipsis en la vida de una persona, a través de distintos padecimientos o estados de ánimo ocasionados por el vínculo con otra persona. Bien enlazado e ideado con ese toque de originalidad :)
ResponderEliminar¡Un beso!
Muchas gracias. ¿Qué es el amor sino? Con toda esa mezcla de emciones, esas montañas rusas a las que nos vemos sometidos.
EliminarUn besillo.
¡Qué maravilla María!!!
ResponderEliminarNada se apaga de esa manera, supongo que solo hubo amor por un lado y el otro disfrutó de la emoción del inicio.
Es triste vivir un final, pero es más triste contemplarlo y esperar a que sea la otra parte quien tome la iniciativa.
Me ha encantado, muchísimo!!!
Besos, :)
La verdad es que las ruptua siempre son malas. Y como tú bien dices, uno disfrutó el amor y el otro el enamoramiento.
EliminarUn besillo.