6/12/14

Conversaciones difíciles

     El otro día me di cuenta de la suerte que había tenido. Yo no tuve ninguna experiencia con la muerte cercana hasta que tuve 22 años, cuando se murió mi abuelo.

      Mis hijas no han tenido mi misma suerte. Íbamos en el coche mis hijas y yo, y por el espejo retrovisor veo a mi niña mayor, de cuatro años, mirando por la ventana:



     - Mami, ¿Por qué se murió la abuela?


     - Porque se puso muy malita.


     - ¿Qué le dolía?


     - El estómago.


     - ¿Y tú estabas cuando se murió? - Se me hizo un nudo en la garganta que me impedía articular palabra.


    - Si cariño.


    - ¿Y qué le dijiste?


    - Que la quería mucho.


    - Mamá, ¿Y cómo llegamos al cielo?


    - En avión cariño.- Y yo que ya sabía por dónde iba el tema, porque ya le había explicado que la abuela estaba en el cielo, le aclaro. - Pero no puedes salir del avión, porque no se puede respirar.


     - ¿Y entonces cuando puedo ver a la abuela? - Saco fuerzas.


     - Cariño, la abuela ya te he dicho que está en tu corazón, está en tu corazón contigo y en los corazones de las personas a las que ella quería.


     - Mamá, ¿Y cómo puede ser? Ella sólo es una persona.


     Ante estas preguntas se me acaban las respuestas, y entre tragos amargos le contesto:


     - Es que como nos quería tanto, su alma se repartió en todos los que quería para acompañarnos siempre.


     - Mamá me da mucha pena no haberla conocido.


     Mi hija se echó a llorar, de esos llantos contenidos, con sentimiento. Y yo ahí frente al volante, impotente ante su tristeza, sin poder abrazarla y decirle que todo irá bien.


     - Cariño no pienses en esas cosas, no te pongas triste.


     - Mamá, y ¿Ella no puede hablar?


     - No cariño, ella no puede hablar. Pero ella te habla en tus sueños. Ella te dará sueños bonitos y te contará historias y cuentos mientras duermes.


     Ya no preguntó más, pero sus ojos lo decían todo. Mirando por el espejo retrovisor veía mi tristeza reflejada en su cara. No sabía consolarla porque no sabía consolarme a mí. Porque ese dolor ante lo inevitable y lo injusto no se pasa ni con el tiempo.


     Así que enseguida pensé en la suerte que había tenido yo porque en mi infancia no había tenido que lidiar con la muerte, no había tenido que comprender porque las personas se iban y ya no las veía más.


     Intento hacer que mi hija pase esa fase lo mejor posible. Que a pesar de lo difícil que es entenderlo, que comprenda con su corta edad lo efímero de la vida.


    Y sobre todo intento que piense lo menos posible en eso, y que juegue y se divierta, y que ría y que salte en los charcos, y que toda su preocupación sea a que parque vamos a ir hoy.





1 comentario:

  1. Tu hija lo que tiene, es una madre maravillosa, que le hará ser una gran persona. La "abu" estaría orgullosa de lo que eres, y lo que haces con tus pequeñas.

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