12/12/14

Colas

    Hacemos colas en casi todo en esta vida. En el médico, en los trámites, en el supermercado. Desde bien pequeñitos nos enseñan a hacer una cola.

     Nuestros hijos se ponen en fila para entrar en clase, o para subirse a un tobogán. Y ahí estamos nosotros diciéndoles que no se pueden colar, que hay que dejar a los más pequeños su espacio porque van más lentos. Unas normas básicas para hacer cola.



     Pero se ve que esas normas no son para todo el mundo igual. Últimamente me han pasado un par de cosas que me ha llenado de indignación. Yo soy de esas personas que no saben decir que no, y me ha pasado que en un supermercado o en un médico cuando alguien me ha pedido entrar antes que yo, no me ha importado cederle el puesto. 


     Aunque ya ha llegado el momento en el que ya estoy cansada de decir que si a todo el mundo.


     El otro día fui al hipermercado, e hice una compra grande, de esos carros hasta arriba, de los que tienes que ir sujetando las cosas porque se van cayendo. Me puse en una caja y allí que me espere. Cuando voy a poner mis cosas en la cinta, 


     - Perdona, ¿Me dejas pasar?


    Antes de que le contestara ya se estaba poniendo, y me salió del alma, no puede evitarlo, era como si lo tuviera enjaulado y estuviera deseando salir:


    - No.


     La verdad, es que la mujer llevaba un par de cosas, pero había cajas vacías, y así se lo dije. La mujer no paró de murmurar por lo bajo, mientras se ponía en la cola de al lado, habiendo otras vacías. Supongo que para que me diera cuenta de que estaba allí y tenía que esperar. 


     He aprendido a dejar la empatía a un lado en estas situaciones, me recuerdan a los niños abusones en los parques que empujan a los más pequeños para subirse antes en el columpio, sólo que en vez de usar la fuerza usan la presión social.


     Hoy me ha pasado algo parecido, cola en el colegio para recoger una cosa de mi hija. Llega una mujer mayor y se pone delante al ladito de la cola, como si no fuera con ella, mientras empieza a contarnos a todas las madres ateridas de frío que estábamos en la cola, una historia inverosímil de que si su hija le había guardado la vez y de no sé qué más cosas. 


     Ignorándola por completo hemos ido entrando, y ahí la hemos dejado, en el ladillo, con cara de pena, esperando que alguna buena madre la deje pasar. Pero como yo ya he dicho en más de una ocasión, yo no soy una buena madre.


     Yo estoy educada en el respeto y el cuidado de las personas mayores, es más, desde pequeña es algo que se me ha inculcado grabado en piedra. Por eso desde que tengo uso de razón y he ido a hacer colas he dejado pasar a toda persona que me lo ha pedido, con miles de excusas varias, como "tengo la comida en el fuego", o simplemente un "tengo prisa", "tengo que ir a por los niños al cole", "me he dejado a mi madre que es ya mayor sola"...  


     En fin, seguro que no son las únicas excusas que habéis oído. Pero yo he decidido hacer uso de mi derecho, de mi sitio en la cola, he decidido ejercer mi derecho de esperar solo lo que a mí me toca esperar. Porque lo que me han enseñado algunos de los mayores que me he encontrado en la vida es que por sólo el hecho de ser mayores que yo pueden pasar delante. Y no diré que no le voy a ofrecer mi puesto a alguien, pero será mi decisión, y no la de otro. Le enseñaré a mis hijas a respetar su turno en la fila, y también a respetar a las personas mayores y a cederles el turno a ellas de vez en cuando, pero no por norma.





    

6 comentarios:

  1. Supongo que estamos dos tipos de personas: las educadas que guardan turno hasta con una simple barra de pan, esperando la empatía del de delante y que ante situaciones similares no duda en ofrecer el sitio. Y luego los que se creen el centro del mundo. Ellos y ellas hacen suyo el derecho de ir por delante de los demás porque sus razones (cualesquiera que sean) son seguro más importantes que las tuyas. El problema, es que con esa misma vara de medir, cuando eres tú, el/la de la barra de pan, están tan ensimismados mirándose el ombligo que ni te ven. Estoy contigo... Buenos, educados y respetuosos pero no bobos...

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    1. No podría haberlo explicado mejor, parece que estamos de acuerdo.

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  2. Yo creo que para que realmente sea un acto o ejercicio aplicado de la educación que nos han dado, el "dejar pasar" o "darle el asiento que ocupo" a alguien tiene que salir de uno mismo, ofrecerlo, para mi, pedirlo en si, ya es una falta de respeto, pues te pone en la tesitura de negarte o ceder ante la presión de la petición en si. Malos, malotes, no lo pidáis, que eso es de mala educación!!!! :)

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    1. Sinceramente me siento más cómoda ofreciéndolo sin que me lo pidan, que ofreciéndolo por presión.

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