Lo primero de todo es cuando le crecen a tus hijos los dientes, como si tú pudieras influir en eso. Como si al que le nacen antes fuera más listo o pudiera comer mejor la papilla o la leche.
Después empiezan a hablar, a decir mama y papa, balbucear y decir palabras sin sentido. Y ahí tenemos la pequeña pelea sobre que ha dicho primero, si papa o mama, como si lo que primero que dice es a la persona que más quiere.
Y luego tienes la presión de que como tu hijo con hable con ocho meses ya está atrasado. Empiezan esas conversaciones entre las madres:
- Pues mi hijo ya habla y se le entiende muy bien.
- Pues el mío aún no habla, me tiene preocupada, porque por mucho que le hablo, él no me contesta y todo me lo señala.
Siempre son polos opuestos, no nos encontramos con madres que digan, pues ha empezado a hablar cuando ha querido. Y es que cada niño aprende a un ritmo distinto. Y hacedme caso, a veces pienso que sería mejor que mis hijas no hubieran aprendido, porque son dos cotorras que no les para el pico. Y si, aunque la mayor aprendió a hablar muy rápido y se le entendía bien, la pequeña, con sus dos años sigue hablando con su boquita de trapo, y va aprendiendo más despacio. Eso no le impide estar hablando todo el día. A veces es la mayor la que me la traduce.
Más tarde es la hora de andar, que es donde yo he notado más competición entre las madres. Nuestros hijos tienen que andar antes del año para que no tengan ningún problema. Las madres estamos deseando que nuestros hijos anden, los ponemos a andar en cuanto podemos para que den sus primeros pasitos. Y pasamos por esa fase que tan poco me gusta que es la de estar cogiéndole las manos para sujetarlos mientras aprenden. Esos dolores de espaldas que ya se convierten en crónicos.
Hay millones de carreras, pero con la peor que me he encontrado es la del colegio. Mi hija mayor prácticamente acaba de poner un pie en él. Y todo son carreras, mi hijo hace dibujos de personas, y de animales, mi hijo ya pone su nombre, mira que manualidad ha hecho "mi hijo" para el día de halloween, Navidad o lo que toque. Las madres intentamos forzar a nuestros hijos a que aprendan todo rápido, antes que los demás, o por lo menos que no se queden detrás.
Y digo yo, ¿No andamos y hablamos todos? ¿No escribimos y dibujamos todos? Bueno lo de dibujar, unos mejor que otros, yo no soy ninguna Picasso, no puedo pretender que mi hija lo sea.
Yo intento dejar a mis hijas que aprendan a su ritmo, las ayudo lo que puedo y lo que sé, a veces intento que vayan más allá, no sé si me equivoco o no, pero es que creo que cada una aprende de manera distinta, cada una tiene sus aptitudes, y ellas son las que me han dado el mejor ejemplo de ello.
Tarde o temprano se igualan... Pero ¡Qué latosas competiciones!
ResponderEliminarSi, las comparaciones y las carreras son odiosas. Totalmente de acuerdo contigo. Un besillo.
EliminarQué razón tienes, María. No debemos entrar en esa espiral, aunque a veces es muy difícil. Mis hijos empezaron a hablar muy tarde, y había gente que me miraba con cara de pena... Lo más triste es que muchas mamás transmiten a sus hijos ese afán de competición en todo y van haciendo de menos a los demás si pueden,o poniendo la zancadilla al mejor si no pueden.
ResponderEliminarCada uno a su ritmo y con sus aptitudes. El mundo está formado por colores diferentes.
Es una pena que haya madres que vean en sus hijos la competición. Estamos hablando de niños. Todos terminamos hablando, comiendo solos y andando a ds patas. Jijiji. Muchas gracias, y siento que hayas tenido que pasar por eso. A mi peque aún no se le entiende cuando habla. Tiene lengua de trapo, pero bueno, sé que terminará haciéndolo. Hasta ahora no he tenido que aguantar ninguna cara de lástima. Un besillo.
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