30/12/14

Navidades perfectas

      Cuando me quedo sin ideas para escribir, investigo un poco, ojeo, y porque no decirlo, espío los blogs de otras mamás. Pero no se lo digáis a nadie, es un secreto.

     Hoy, haciendo eso mismo, mientras mi hija pequeña me iba señalando las fotos que veía, me he dado cuenta de una cosa. Las navidades de la gente no son iguales que las mías.



     Me he encontrado con fotos de mamás vestidas igual que sus hijas, perfectamente maquilladas, o niños vestidos iguales y perfectos, súper limpios, mientras ponen los adornos del árbol o montan su belén. Fotos de sonrisas perfectas y risas y achuchones perfectos, de esos que yo sólo veo en las revistas.


      Mi comienzo de Navidad es algo distinto. Generalmente, el día que en nuestra casa se monta el árbol es cuando el padre no trabaja, y nos pasamos el día en casa. Con lo cual, estamos en pijama los cuatro. Y aunque en mis hijas puede que la parte de arriba del pijama sea del mismo que la de la de abajo, en su padre y en mí, no suele pasar. Yo voy en bata, porque no concibo estar en casa sin una bata puesta. Tradición familiar.


     Este año busqué manualidades navideñas por Internet, y encontré una forma sencilla de hacer adornos para el árbol con la mítica pasta de agua, harina y sal. Dos días antes para que se secaran, hicimos las formas, y ese día, que titulamos, "Día navideño", las decoramos, con pintura de dedos, pinceles y por supuesto, algo que no puede faltar en mi casa, purpu, comúnmente llamada purpurina.


     Os podéis imaginar cómo estaban nuestros pijamas, y la mesa del salón, sin contar con las manos y las caras de mis hijas, y las nuestras por supuesto. Seguimos con nuestro día navideño y decidimos hacer unas tarjetas navideñas para las personas que mis hijas deciden, y sí, las dejo hacer a ellas, a dos niñas de 2 y 4 años. Sin más comentarios os lo dejo a vuestra imaginación.


     Comemos, no sin antes lavarnos las manos y la cara, pero nuestros pijamas y mi bata tienen la prueba del delito. Después de la siesta de todos los días nos ponemos a montar el árbol y el belén. Abrir las hojas del árbol no es divertido, es una tarea aburridísima, con lo que en nuestras fotos no salimos con caras de felicidad mientras lo hacemos. Sacamos todos los adornos del árbol y con nuestros ayudantes de todos los años nos disponemos a montarlos, una bola roja, un Papá Noel gigante, un adorno que hizo un año mi hija mayor en la guarde, es decir, cada adorno de su padre y de su madre.


      Nuevamente fotos, y estas tampoco son perfectas, la mitad de las veces alguno sale de espaldas, una mano de alguna de mis hijas tapa la mitad del objetivo, salimos partidos de risa, pero sin posar, de esas fotos que cuando ves dices "que bien me lo estaba pasando, pero que fea estoy".


     Árbol montado y empezamos con el Belén. Por supuesto no tengo todas las figuritas del mundo, lo que más tengo es animales, dos pastores, todos los habitantes del portal y un ángel que no se queda en pie en ningún momento. Además de, por supuesto, los Reyes Magos. Después de llevar puesto ya más de dos semanas, el Belén nunca ha tenido las figuritas igual, mis hijas se encargan de redecorarlo cada día.


     Así que mis fotos de ese día no son con trajes perfectos, ni con maquillajes etéreos, ni sonrisas programadas, son fotos llenas de purpurina, con cabellos descolocados, y miles de colores en los árboles, no son fotos perfectas de Navidad, pero son fotos con personas que quiero, son fotos con carcajadas en el suelo y diademas de árbol de Navidad, son fotos de villancicos de fondo y gritos de ¡Feliz Navidad! de mis hijas, son fotos de arrumacos. Son mis fotos de recuerdos navideños. 








3 comentarios:

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