31/3/15

Peleas entre hermanos


      Cuando yo era pequeña estaba todo el santo día peleándome con mi hermana. Era un no parar, nos peleábamos por todo. Eso sí, luego no podíamos estar la una sin la otra. Pero las peleas eran constantes. Y mi madre siempre nos decía: "tenéis que estar unidas, porque después solo os tendréis la una a la otra". ¡Y qué razón tenía! Y es que las madres son muy sabias. Ellas lo saben todo.


      Ahora tengo a mis dos niñas, mis peques de dos y cuatro años, que se pasan el día entero peleándose. Ya ha llegado ese momento en el que pueden interactuar juntas. Porque hasta hace muy poquito, la peque era un bebé, y la mayor se aburría, ya que no entendía sus juegos. 



      Y ahora se pasan el día como el perro del hortelano. Persiguiéndose para jugar, y chinchándose a la primera de cambio. No saben interactuar sin enfadarse, si una quiere una cosa, la otra también, si una quiere ser la mama, la otra también. Además resulta que tienen un carácter muy fuerte las dos. La mayor es muy mandona y cabezota, y la pequeña, es muy independiente. Y en cuanto la mayor le manda algo que no le gusta, la peque coge el camino y se va. 


      Así que oigo gritos de "ya no te quiero", o "pues ya no entras en mi cuarto" (las dos comparten cuarto). Y me doy cuenta de que la historia se repite. De que todos los niños tenemos que pasar por eso, tenemos que empezar a defender con nuestras ideas y con los primeros con los que lo hacemos es con nuestros hermanos. Nuestros compañeros inseparables en nuestra primera etapa de vida.


     El otro día su padre me decía que estas niñas se pelean demasiado, que no era normal. Yo me acordé de mi hermana y le dije que a mí me pasaba lo mismo. Él me dijo que no se peleaba tanto. Y yo pensé que posiblemente sería porque ellos son hermano y hermana, y que las mujeres hasta en las edades más tempranas somos más complicadas. Nada más lejos de la realidad. Hablando con su madre me corroboró que su relación de hermanos era exactamente igual que todas.


      Con lo que me queda una reflexión. Esas peleas hacen que los hermanos crezcamos unidos, esas peleas hacen que nos fortalezcamos y que nuestra relación esté acostumbrada a cualquier contratiempo, porque desde pequeños hemos sabido arreglarlos. 


      Estas peleas son necesarias para fortalecer nuestro carácter, para hacernos más fuertes y aceptar las decepciones que nos dará la vida en un futuro. O por lo menos eso creo yo.


      Mi hija pequeña no sabe lo que es vivir sin hermana, ella nació teniendo ya una, y cuando su hermana no está la busca hasta la saciedad. Las ves jugando con otros niños y aun así la busca para saber dónde está, aunque luego no jueguen juntas. La mayor es más independiente en ese sentido, no la busca tanto, cuando están sus amigos se le olvida un poco. Pero es normal, ella si sabe lo que es no tener hermanos.


       En fin, yo intento que se peleen poco, y la verdad es que no me gusta mediar entre ellas hasta que se hace imperioso actuar, llegan a las manos o a los gritos. Aunque si os voy a decir que hay veces que se unen y a la que le vuelven la cabeza loca es a mí. Esas risas cómplices y esos secretos a media voz, me hacen ver que se quieren a pesar de todo, y que aunque en esos casos yo salga perdiendo, en realidad salgo ganando.


4 comentarios:

  1. Oe, me ha tocado tu post, yo tengo tres hermanos y de más de una pelea me he acordado. ;). ¡Abrazo!

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    1. No conozco a nadie con hermanos que no haya tenido alguna pelea, y seguro que alguna memorable. Incluso con cejas partidas o codos dislocados. Jijijiji. Un abrazo Andrés.

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  2. Maria me veo totalmente reflejada. Sobre todo cuando tus primas se convierten en tus hermanas

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    1. Si, cuando en vez de dos sois cuatro, la cosa va a más... Un besito Mar.

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