Daba
vueltas alrededor de aquellas máquinas que subían y bajaban. Daba vueltas para
aliviar mi dolor. A veces sola, a veces acompañada, a veces hablando, a veces
en silencio. No dormía, solo daba vueltas y me concentraba en ti.
Vino el
amanecer y me encontró así, dando vueltas, andando los miles de kilómetros que
no había andado en años, miles de kilómetros que se reducían en un espacio
pequeño.
Me
tumbaron en una cama y me llevaron a sufrir el dolor más agudo que jamás he
sentido en mi vida. Horas retorciéndome, agarrada a esas sábanas blancas,
olvidándome de mi alrededor, solo sintiendo el dolor agujereándome cada parte
de mi ser.
Por fin
me volvieron a trasladar, esta vez para traerte a ti. Para que dejaras de
sufrir, para ganar toda la vida que necesitabas. No lloraste a la primera,
esperaste un segundo para tomar aire, para que tus pulmones se acostumbraran a su
nuevo estado.
Y tras
unos minutos que se convirtieron en horas, te tumbaron en mi estómago desnudo.
Tú, como un pez fuiste nadando hacia mi pecho. Llegaste allí y succionaste tú
sola, como si lo llevarás haciendo desde siempre. Comiste de mí, y yo exhausta
sonreí, sonreí y cerré los ojos para sentirte conmigo.
De esos
momentos han pasado ya cinco años. Cinco años de risas babosas, de abrazos
intensos, de sueños en brazos, de baños en la playa, de pegamentos, colores
y tijeras, de canciones y bailes, de
rabietas y llantos, de miradas azules. Tus miradas, tus miradas y tus risas son
lo mejor de ti, es lo que me hace vivir a mí.
Tú
fuiste mi tabla de salvación, llegaste cuando la nada me cubría, cuando me
ahogaba, cuando se me había olvidado respirar.
Y tú,
solo tú me salvaste. Esas manitas enormes, esos ojos, esa cabecita levantada
como una tortuga, esa media sonrisa de días. Por ti viví, por ti volví a
respirar, por ti volví a reírme a carcajadas. Por ti fui feliz de nuevo.
Ahora
te veo, tan grande y tan pequeña a la vez, tan débil y tan fuerte, tan tú, tan
yo, tan ella. Tú, única, tú, feliz, solo tú. Te amo, te amaré siempre.
Momentos imborrables empachados de dolor y alegría. Dentro de unos días, quizá de unas horas, será mi hija mayor, quien vivirá esta misma experiencia que su madre vivió 32 años atrás. La vida se repite y la especie se perpetúa.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz maternidad.
Enhorabuena a ti y a tu hija. Es fantástico ser mamá. Ellos nos traen lo mejor de la vida. Un besillo.
EliminarHermoso, María. Esa primera vez que los vemos y los tenemos en brazos, no se olvida :)
ResponderEliminarFelicidades a la peque y a la mamá! Tiene unos ojos preciosos (es ella, no?)
Muchos besillos.
Sí es ella. Es mi pequeña princesa. La primera vez es inolvidable, y eso que estamos en otro mundo. Un besillo guapa.
EliminarQué precioso!!!!!!!!!! Tengo claro que lo mejor que me ha ocurrido en la vida ha sido tener a mis hijos, por ellos todo compensa, lo bueno, lo malo y lo regular.
ResponderEliminarMi vida sin ellos no sería completa, ellos son los que hacen que lo normal sea especial, que una taza de colacao sepa mejor y que la lluvia sea divertida.
Felicidades a ella por su cumple y al resto de la familia por poder compartir la vida con ella.
Y, ¿sabes una cosa? Que cuando van creciendo, aunque creamos que no nos necesitan, nos necesitan más y lo increíble es que forman parte de nosostros, es algo indisoluble y llegamos a quererlos aún más, es un amor que siempre suma.
Besos.
Sí que son lo mejor de la vida. Ellos son nuestra inspiración. Cuando veo a padres y madres que abandonan a sus hijos o los tiran a un contenedor, no lo entiendo, se me parte el alma...
EliminarUn besillo.
El dolor que trae consigo lo más grande de la vida. Un texto hermoso, emotivo y conmovedor. Un placer de lectura, tan real y tan vivido. Maravilloso, María.
ResponderEliminarAbrazo grande, Hermana de Letras. ;)
Muchas gracias Edgar. Mis hijas son lo mejor que me ha pasado en la vida. Ellas son especiales. Supongo que como cualquier padre o madre con sus hijos o hijas. Un besillo Hermano de Letras.
EliminarNuestros hijos son nuestra luz. Nos hacen ver cuando el camino es oscuro y nos ayudan a caminar cuando el sendero es rudo. Precioso, María! ;)
ResponderEliminarMuchas gracias. Sí ellos son nuestra razón de existir. Un besillo.
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