Corría
por la casa de habitación en habitación. El calor era sofocante. Sudaba por
todos los poros de mi piel. Aquel niño salido de la nada me perseguía
lentamente. Él no tenía prisa, ni prisa, ni calor. Llevaba una sudadera negra
con capucha. Fuera a la habitación que fuera, él siempre estaba allí. Me miraba
con aquellos ojos inyectados en sangre. Y yo corría hacia otra habitación.
Llegué a
mi cuarto y me tumbé en la cama. Me tapé con la sábana hasta la cabeza a
expensas del calor. Mi subconsciente volvió a la realidad. Solo era una
pesadilla. Abrí los ojos. Y ahí de pie, junto a mi cara, estaba él. Mirándome
con su capucha negra. Grité como una loca, grité y noté como me zarandeaban.
-
Cariño, has tenido una pesadilla.
Mi
marido me acariciaba el pelo para tranquilizarme. Encendí la luz. Ni rastro de
aquel niño. ¿De verdad había sido un sueño? No estaba segura.
Con estas calores que corren, un niño con sudadera y encapuchado da auténtico pavor. Una pesadilla para que te suden hasta los ojos. Estupendo microterror, María.
ResponderEliminarAbrazo, Hermana de Letras. ;)
Muchas gracias Hermano de letras. La verdad es que pensar en ponerme ahora una sudadera de esas me da más miedo que el niño. Un abrazo.
EliminarComo sea el marido que le está haciendo luz de gas..... Angustioso, María. Sobre todo el no saber si es sueño o realidad. Abrazos
ResponderEliminarNunca se sabe lo que hay detrás de un buen marido... Tu imaginación va más allá que la mía. Un abrazo.
EliminarHas sabido transmitir la angustia muy bien. Una pesadilla dentro de una pesadilla. Cuando cree que está soñando, resulta que no es así, y sigue viendo al niño encapuchado a pesar de las altas temperaturas que parecen reinar en la casa. Luego resulta, cuando empieza a gritar, que realmente era una pesadilla al despertar el marido. Un bucle asfixiante. Un abrazo, Compañera de Palabras.
ResponderEliminarMe alegro haberlo podido transmitir, en realidad es una pesadilla mia, así que supongo que lo real es más fácil de describir para nosotros.
EliminarUn abrazo Compañero de Palabras.
Estupendo relato María. La linea entre el sueño y la realidad es tan delgada que nunca sabemos realmente en que estado estamos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí, ese momento de despertar y no saber,... creo que lo hemos vivido todos. Jejeje. Un besillo.
EliminarMuy muy bueno! Has transmitido su miedo perfectamente.
ResponderEliminarBesos
Muchas gracias. Me encanta haberlo conseguido. Un abrazo.
EliminarMuy bueno Maria, me hizo recordar alguna pesadilla que tengo a veces en la que me levanto varias veces y la pesadilla sigue, un día de estos les contaré. Me transmitiste toda esa angustia. Me gustó! Besos.
ResponderEliminarMuchas gracias, es un gran halago viniendo de ti, que siempre me aterrorizas con tus relatos. n abrazo.
EliminarDe repente me pregunto si realmente existen mundos paralelos con sus respectivos "agujeros negros" y nos visitan pretendiendo interactuar con nosotros "seres vivos" y lo otro sin ser alarmista, puede ser un sueño pesadilla premonitorio...todavía el dia esta esplendido, voy a la playa...y los tiburones...
ResponderEliminarNunca se sabe... El misterio está aún por descubrir...
EliminarEscalofriante micro, María. Muy bueno. ¿Acaso la protagonista comenzará a soñar todas las noches lo mismo? Tal vez el sueño sea que tiene un marido que le acaricia el pelo hasta que se despierta.
ResponderEliminarUn abrazo!
Ay, ay, ay lo que yo decía, vosotros, maestros del terror me superáis con vuestra imaginación terrorífica. Compito entre maestros. Un abrazo.
EliminarAterrador relato, un excelente final que nos deja la duda de si todo fue real o sólo un sueño.
ResponderEliminarUn abrazo.
Esperemos que simlpemente quedara en un mal sueño. Gracias Felipe. Un abrazo.
EliminarVaya María, aquí me encuentro al fin, ya atrapado por tus palabras, perseguido por un niño encapuchado de mirada psicótica que parece no querer desaparecer sin dar con lo que busca.
ResponderEliminar¿Qué será?
Ni me imagino como debe ser que él te abrace...
Nos leemos!!!
¡Qué alegría volver a tenerte entre mis letras!
EliminarUn niño un poco terrorífico... esperemos que no le de por abrazarnos.
Un abrazo.
Esas pesadillas que no se sabe si son realidad o no. Asfixiante!!! Muy bueno.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí,esa primera sensación de despertarse y no saber donde estás es malísima. Un besillo.
EliminarMuy bueno María, da gana de salir corriendo también para que no nos pille. Un besito
ResponderEliminarPues todo el mundo a correr. Jijijiji. Un besillo.
EliminarEl calor nos hace ver espejismos...Espero no tener uno de estos.
ResponderEliminarEstupendo relato
Pues con este calor no te lo garantizo. Muchas gracias. Un abrazo.
EliminarUfff, no hay nada tan perturbador como que te persigan, terrible ¿pesadilla?.
ResponderEliminarUn abrazo
Sí y no poder escapar... Un horror.
EliminarLo veo... Lo veo... María... ¡Veo al Niño de la Capucha Negra! ¡Y no era un Niño! Sino... ¡El Marido! Que era un poco bajito y, si se encogía un poquitín, tenía altura de Hobbit ;P
ResponderEliminarNo... En serio, fuera de coña... Yo creo que era el Marido, que la quería volver Loca de Remate por algo... Y le inducía la Pesadilla, drogandola... Y... ¡Buah! ¡Sea como sea! ¡Odio esas Pesadillas Múltiples!
¡Besines Enormes, Guapiti! ;)
Hola guapa. Me alegra tenerte otra vez por aquí. Ayyy el marido, pobre hombre que lo único que hace es dormir placidamente, jeje. Un besillo.
EliminarSaludos María, qué susto y que angustia. Y que incertidumbre no saber si fue sueño o realidad. Qué nervios!. Éxitos y bendiciones!
ResponderEliminarCreo que lo peor es eso, no saber que es pesadilla y que es realidad. Un besillo.
EliminarMuy bueno María.
ResponderEliminarPensé que en vez de esconderte en las habitaciones ibas a perderte entre la gente de la calle para que no te encontrara, ja ja ja.
Una pesadilla aterradora.
Un abrazo.
Hubiera sido una buena solución, si se me llega a ocurrir antes... Un besillo.
EliminarMuy buen micro María.
ResponderEliminarDas lugar en el final al lector para que lo termine como quiera.
Magnifico.
Beso.
Muchas gracias Ricardo. La verdad es que abierto me gusta más. Así todo el mundo puede imaginarse el final que prefiera. Un abrazo.
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