4/7/15

Momento salir de casa



                No sé si alguna madre o algún padre se sentirán representados con la escena que voy a contar hoy. Y es el momento salir de casa.


                Aún recuerdos aquellos días en los que tardaba media hora para arreglarme y salir, sí, porque yo siempre he sido rápida en arreglarme. En esa media hora incluía ducha, secado de pelo, pintura y arreglos varios, ropa, pendientes, bolso y a la calle.


                Ahora tengo dos niñas pequeñas y las salidas son un poquito más complicadas. Por supuesto la media hora de antes solo se dan en casos muy extremos en los que ya tengo algo preparado del día de antes.


                Comenzamos momento de salir de casa. Recuerdo para los más despistados, que mis hijas tienen 2 y 4 años (a punto de cumplir los cinco). Empiezo arreglándome yo, mientras voy gritando a esas dos embobadas delante de una caja cuadrada:


                -¡Vamos niñas! ¡A hacer pipí y a lavarse los dientes!


                Esto es algo inútil en la mayoría de las veces, o no recibo respuesta, o alguna me dice:


                - Espera un momento mami, cuando acabe este capítulo.


                Sé de sobra que cuando acabe ese capítulo vendrá otro que le guste más a la hermana, así que vuelvo a repetir mi cantinela. A veces las dejo que acaben mientras yo preparo su bolsa. Que aunque la peque ya no lleva pañal, sigo preparando bolsa, ropa de repuesto, barrita para los chichones, agua, mucha agua, merienda, y alguna que otra cosa que necesite, depende del momento del día.


                Cuando he acabado de vestirme y de preparar la bolsa, mis dos embobadas siguen sin moverse del sofá. Cambio de táctica, y apago la tele. Consecuencia directa: llanto al canto. “Qué solo le quedaban cinco minutos, qué ya iba,…” Todo ello con ese soniquete lastimero que hace que me den ganas de salir corriendo y dejarlas ahí viendo la tele.


                Mientras les preparo la ropa, consigo que se laven los dientes de aquella manera y que hagan pipí. No sin las llamadas de rigor:


                - ¡Mamaaaaaaaaaá échame pasta! ¡Mamaaaaaaaaaá límpiame!


                Seguimos y comienzo a vestirlas. La mayor quiere que la vista yo y la peque quiere vestirse sola. Otra nueva pelea para conseguir que se vistan solas y que la peque no meta una manga por la cabeza, o las dos piernas por el mismo lado del pantalón.


                Y luego viene el momento zapatos,  los zapatos de mis hijas entran en un agujero negro difícil de encontrar. No consigo, por mucho que lo intento que los dejen en el zapatero. Así que luego encontrarlos es una odisea. Normalmente encuentran los que les gustan, que no suelen ser el que les pega con la ropa que llevan. O terminan encontrando un solo zapato.  Al final mamá los termina encontrando. Sí, aceptémoslo, las mamás son las que lo encontramos todo, tenemos ese don.


                Ya solo toca peinarlas, y otra vez llamadas desde el cuarto de baño y las peleas de: “¡Yo primera!, ¡Noooo, me toca a mí!” Cuando consigo tener una cabeza delante, la empapo de agua y recojo la mayor cantidad de pelo que puedo en una cola. Nota informativa: Mis hijas no tienen el pelo muy largo, pero sí mucha cantidad.


                Por fin es el momento de salir de casa. Cojo mi bolso y:


                - ¡Vamos!


                Pero este es el mejor momento para pintar un dibujo para la persona que vamos a ver, o simplemente para ellas, el mejor momento para jugar a ese juego que estaba escondido debajo de la mesa, y con el que llevan meses sin jugar, pero que han encontrado al buscar los zapatos.


                Las saco a rastras de casa y llega la nueva pelea, quién abre la puerta, quién sale primera, quién le da al botón del ascensor,…


                Así que cuando vean a una madre o a un padre salir con cara desencajada de casa no lo juzguen, piensen que detrás de esa cara, hay una preparación para ello. A veces nos lo tomamos mejor, hay otras que nuestra paciencia está en modo off.


4 comentarios:

  1. ¡Vaya forma de empezar el día! Me sentí exhausto al terminar del leer como si hubiera hecho todo eso esta mañana. He visto a mis hermanas lidiando con el día a día de llevar a sus hijos e hijas a la escuela. Desde el "Levantáte, ya es hora de ir a la escuela" al "¡Te dije que metieras los crayones en el estuche!" yendo de "soy una madre paciente" a "¡Me voy a poner volver loca!" Sabes, siempre que voy en la calle y veo a una madre con tres mochilas en la espalda mientras intenta mantener orden en sus hijos (y que no se vayan a cruzar la calle) me pregunto: ¿Cómo pueden hacerlo? ¿De dónde sacan tanta energía? ¡Tanta fuerza! Supongo que eso es algo que sólo ustedes comprenden en algún nivel muy interno en sus mentes. ¿Cómo lo hacen?

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    1. Supongo que viene intrínseco cuando te conviertes en mamá. Lo heces sin pensar, porque sabes qeu tienes que hacerlo. Es como respirar. Supongo que visto desde fuera parece más difícil de lo que en realidad es. Un besillo y me encanta tu comentario. Conocer experiencias distintas te hace ver que no estás sola.

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  2. He visto a mi madre muchas veces con el rostro casi desencajado por mi hermana y por mi, pero desde luego la perspectiva que me das apenas puedo recordarla.
    Un aplauso para las mamás estresadas.

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    1. Supongo que esa perspectiva solo la pueden ver las madres, porque luego somos incapaces de decirles a nuestros apreciados hijos que estamos agobiadas. Porque eso se pasa con simplemente verles sus caritas.
      Me he puesto un poco cursi.
      Un besillo.

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