A
toda mujer nos encanta hablar de nuestros partos, contar hasta el último
detalle. No sé si es por afán competitivo de ver quien lo pasó mejor o peor, u
otra cosa.
El caso es que te encuentras todo tipo de comentarios:
"Yo estuve de parto 24 horas, pues yo en dos horas y sin dolor ya había
salido mi niño, yo enseguida pedí la epidural, yo me aguante y lo tuve sin
epidural,..." Y así incontables comentarios sobre nuestros partos. Nos
podríamos pasar horas enteras hablando de ellos, muchas más de lo que en
realidad duraron.
Quedas para un café y alguna va y suelta: "Pues
el otro día Pepa ya tuvo a su bebé". La veda ya está abierta. Ya puedes
empezar a hablar de tu parto, aunque tus amigas lo hayan escuchado cientos de
veces, a ellas tampoco les importa oírlo de nuevo. Es más, se unen a la fiesta,
nos pisamos hablando, pues yo..., anda que a mí...
El problema viene cuando en esas reuniones hay alguna
mujer que aún no ha tenido ese maravilloso momento de tener a su bebé.
Y digo ese maravilloso momento porque cuando oyes
hablar a unas y a otras siempre es maravilloso, a pesar de todas las horas, los
sufrimientos, los dolores, la sangre. Y yo me digo, ¿Parieron ellas? ¿O eran
meras espectadoras?
Porque a lo mejor yo seré una mala madre, pero yo he
tenido dos partos y para mí han sido un mero trámite para conseguir mi
objetivo: mis hijas. No lo pasé bien ni cuando estuve de epidural hasta las
cejas. Yo sólo quería que mis hijas salieran y poder salir de allí.
Pero claro, cada una cuenta su experiencia, y tú no
vas a ser la única que vas a decir que aquel momento rodeada de extraños
mirándote hasta partes de tu cuerpo que ni tu misma te has visto, que la única
cara amiga que tienes se le va un color y le viene otro, que la gente te ordena
que empujes, y tu sin saber cómo vas a sacar fuerzas, que ese, no es el mejor
momento de tu vida.
Y ahí estás asintiendo como las demás imaginando sus
partos entre sábanas blancas y arpas tocando de fondo música celestial.
Asintiendo todas menos aquella que aún no ha pasado por esa experiencia
maravillosa, que mira de un lado a otro, que saca el móvil, que va al baño y
cuando vuelve se da cuenta de que la conversación está muy lejos de acabar.
Hasta que se le ocurre una idea: "¿Habéis
visto al camarero lo bueno que está?" o "Mirad que vestido lleva
aquella". Y ahí todas cambian rápidamente de tema. A lo mejor hay alguna
que lo vuelve a intentar, pero ya la magia del momento ha desaparecido y nadie
la sigue.
Por eso, si aún no eres madre y quedas con mujeres que
sí lo son, asegúrate de que en el sitio al que vayáis haya un camarero que sea
guapo, o lleva algo de ropa nueva que te hayas comprado hace poco, así siempre
tendrás un motivo para cambiar de tema.
Jeje, ya sabemos de que habláis las mujeres cuando es juntais!!
ResponderEliminarNo te haces ni idea por donde pueden derivar nuestras conversaciones!! Muy bien explicado Maria
ResponderEliminarSi, las mujeres tenemos conversaciones de todo tipo, desde las más mundanas hasta las más profundas.
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