Tenía el cuerpo entumecido. No sabía cuánto tiempo había pasado en aquella postura. Mis lágrimas ya se habían secado, pero mi mirada seguía perdida. No podía levantarme, lo había intentado varias veces, pero no podía, mi cuerpo no respondía mis órdenes. Percibí tu olor antes de verte, me embriagaba y embotaba mis otros sentidos. No sentía como me levantabas ni como me desnudabas, ni siquiera cuando el agua caliente de la ducha me empapó el cuerpo desecho. Solo veía tu olor. Estaba enamorada de él. Fue lo primero que me enamoró...
Entré en la casa a oscuras, con la única luz de fondo de nuestro dormitorio. La puerta estaba abierta y te encontré hecha un ovillo en una esquina del cuarto. Me contemplabas sin verme, tu mirada estaba fija en el horizonte. Daba igual lo que hubiera, tú no mirabas. Te llamé suavemente mientras me acercaba. No contestaste. Me agache intentando estar a tu altura a ver si percibías mi presencia, nada. Te acaricié el pelo, nada. Te susurre al oído, nada.
Me di cuenta de algo de lo que no me había percatado hasta ahora. Una pistola descansaba a tu lado en el suelo. ¿Qué te había hecho? ¿Eso lo había provocado yo? El dolor se me hizo insoportable. Te había convertido en un muñeco de trapo, te había anulado, te había vuelto loca.
Todo empezó como una distracción, la había conocido en uno de esos juegos online que tanto me enganchaban, empezamos a hablar sobre las estrategias del juego, pero pronto esas conversaciones se hicieron más personales, más intensas. Nos dimos los teléfonos y utilizaba las horas de trabajo para hablar con ella, hablabamos de todo, no había rutina en nuestras palabras, había emoción, intriga. No nos conocíamos, nos bastaba con nuestras conversaciones. Me iba al trabajo deseando tener tiempo para hablar con ella, me esperaba en el portal unos minutos antes de subir a casa para aprovechar hasta los últimos segundos. Y sobre todo para borrar todo el historial del móvil.
Cuando llegaba a casa todo cambiaba, la rutina nos arrollaba de tal manera que no sabíamos salir de ella. No había emoción ni intriga, teníamos amor, complicidad, años vividos, pero nada más. Yo quería algo más. Nunca te lo dije y ese fue mi error. Llevabas un tiempo evitándome. ¿Habrías visto aquel mensaje? En aquel momento me dio igual, estaba tan extasiado que no me importaba. Siempre empezábamos nuestras conversaciones con "Te espero a las 10", Era nuestra forma de recordarnos que no íbamos a quedar. Lo habíamos hablado montones de veces, pero esa no era nuestra relación. En realidad no queríamos vernos.
Te acuné en mis brazos, te levanté y te llevé al cuarto de baño, pidiéndote perdón entre susurros, acariciándote y tocándote todo lo que podía. La cara la tenías negra del rimel, y tus ojos hinchados no me dejaban dudas sobre tu desahogo. Te desnudé suavemente, te miré a los ojos, tu mirada perdida había desaparecido, tus ojos cerrados la ocultaban. Te puse el agua caliente como a ti te gustaba, y mientras el agua te acariciaba volví a mirar tu cuerpo, habías adelgazado, pero seguía conservando la belleza que me cautivó. Eras tú, eras mía, y yo te había causado el mayor de los sufrimientos. Yo te había roto, y yo te reconstruiría.
Te vestí, entre caricias y palabras de amor, te metí en la cama y te envolví en mí. Te acuné entre mis brazos y así nos preparamos para un nuevo amanecer. Uno sólo nuestro, tuyo y mío. Nadie más.
Había vuelto a casa, su olor estaba pegado a mí, me impregnaba mis sentidos, y yo sin moverme aislada en la calidez de sus brazos. No abrí los ojos, no me moví. No quería salir de allí. Había vuelto a casa.
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Que romántico después de todo. No hay nada que no pueda curar el amor, tu lo has demostrado con esa manera de contar tan cercana y coloquial, he sentido que me lo contabas frente a frente y no que estaba leyendo. Ahí esta la intención.
ResponderEliminarFeliz domingo.
Quiero mas relatos .
Un abrazo.
Muchas gracias. Si, el amor es una fuerza muy grande. Me alegro de haberlo transmitido con acierto. Seguiré escribiendo. Un abrazo.
EliminarImpresionante, me ha encantado la forma en la que cambias de personaje, sin que el lector se pierda en nigún momento, enhorabuena, es un pedazo de relato!!!
ResponderEliminarMuchas gracias. Es difícil encontrar la forma de que el lector no se pierda en las palabras. Me alegro de haberlo conseguido. Un saludo.
EliminarMuy interesante el cambio de narrador, enriquece mucho la historia.
ResponderEliminarMuy bueno, María.
Un saludo.
Siempre está bien conocer el otro punto de vista. A veces en la vida rea nos encantaría sabe lo que piensa la otra persona. Me alegro de que te haya gustado. Un saludo.
Eliminar¡María!
ResponderEliminar¡Leídos las dos partes del relato!
¡Jum! Esta vez... Voy a comentar desde fuera... Es decir... Desde fuera del Corazón... Hacerlo desde dentro con cierta parte de tu relato me es un poquitín imposible... Sorry! De ante mano...
Me gusta muchísimo el giro que das, es cambio de narrador... Yo no lo considero a Él muy romántico... No sé... Jugó con ella, le hizo daño, la destrozó... ¿Se puede curar un Corazón roto así de golpe? ¿Se puede perdonar por mucho Amor que exista? ¿Volvería a ser todo igual después? Puuues... Hay algo dentro de mí que dice que no...
¡Aiiiix!
¡Besitos! ;)
Creo que los corazones destrozados como el de mi loca es difícil de curar. Pero dicen que el amor todo lo puede. No sé yo si me encontrara en su lugar si lo hubiera perdonado... Besillos guapa.
Eliminarwao! que estrategia la tuya,me ha encantado,...ay! el amor, tantos puntos maravillosos en tu escribir! besos!
ResponderEliminarMuchas gracias Ady. Sí, escribir sobre el amor es lo que más me gusta. Muchos besos.
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