1/3/15

Muerta en vida

    La habitación estaba a oscuras, pero ella veía. Sus ojos se habían acostumbrado a las tinieblas desde hacía muchísimo tiempo. Era noche cerrada, la luna también se había escondido. Ya no soportaba tanto dolor nocturno. Ya había visto demasiado, y esa noche estaba tintada de rojo.

      Sentada, con las piernas encogidas se apoyaba en el cabecero de la cama. Sus ojos miraban a un punto fijo sin ver, su cabeza estaba en otro lado, en otro momento. En esos ratos felices, eran pocos, pero existían. Una y otra vez recordó su primer encuentro, sus primeras miradas, sus primeras sonrisas, sus primeros coqueteos. Su mente entró en un bucle del que no podía salir.



     Hacía cuatro años, España estaba en plena crisis, y su economía personal también. Trabajaba en un almacén durante más de ocho horas, por un mísero sueldo, con horas extras sin remuneración, pero como muchas, callada y dando gracias por tener trabajo. Llegaba a casa cansada, tanto que no salía ni cuando la llamaban sus amigas, no tenía fuerzas ni para aguantar las sonrisas. 


     Uno de esos sábados desastrosos que había salido más tarde de lo normal y su jefe había gritado amenazando con el cierre y con que todo estaba mal, llegó a su casa y se encontró en el portal a su amiga Pilar.


     - Hoy toca marcha, me da igual tu día, no tienes excusas, necesitas airearte un poco, que estás muerta en vida.


      Recordó esas palabras como si fueran una premonición.


     Subieron a casa, entre sus protestas y los jolgorios de su amiga. Sabía que no podría persuadirla, así que la siguió a rastras y mientras se duchaba oía a su amiga contándole los últimos avatares de su grupito. Hasta consiguió sacarle una sonrisa.


      Salieron todas juntas y Jesús, el novio eterno que siempre hay en todo grupo. Ese que lleva ahí desde no sabes cuando, quizás desde antes de que tu llegaras. Tomando cervezas entró al trapo, se dejó llevar, compartió las conversaciones, e incluso participó, se reía, y supo que aquello le venía bien, que era verdad que lo necesitaba.


     Mientras reía, y hablaba empezó a notar una mirada sobre ella, no quería devolverla, porque sabría lo que había, y estaba muy a gusto. Pero después de un rato y de un par de señales de su amiga Pilar, y un poco de curiosidad volvió sus ojos a aquel escrutinio. Se quedó a mitad de frase, sus ojos conectaron con otros ojos verdes escondidos tras unas gafas. Una sonrisa fue devuelta y un toque de pelo coqueto casi sin darse cuenta. Ya no hablaba, ya solo saboreaba, miraba, observaba, sonreía.


      Él se levantó y fue hacía ella. En ningún momento perdieron la conexión, estaban atados por una línea invisible, que todos podían ver. Se acercó a ella y le tendió la mano. Ella se quedó petrificada, pero un codazo de alguien, que aún no recordaba, la hizo reaccionar. Le cogió la mano y él se la llevó de allí. 


     Aquel fue el principio. Aquello fue lo que la llevó a ese momento. Y ahí estaba, muerta en vida. ¿O ahora era cuando iba a empezar a vivir?




12 comentarios:

  1. Excelente relato. Me ha dejado lleno de una extraña sensación que no soy capaz de describir (Y eso que soy de los que no callan ni bajo el agua).
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegro de que te haya gustado, y haber despertado en ti alguna sensación Jhon. Un abrazo.

      Eliminar
  2. Eso tiene el amor, una parte de felicidad atrancada que muchas veces no deja respirar. Muy buen relato amiga. Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Mercedes. Si el amor es complicado, con lo fácil que podría ser. Un besillo.

      Eliminar
  3. Los buenos momentos son como salvavidas que usa la memoria para mantenernos a flote en momentos de necesidad. Ella por fín tenía a lo que agarrarse para soslayar esa muerte en vida...

    Precioso el relato, María, y muy bien escrito. Me ha encantado.

    Un abrazo!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Julia la mente humana es muy sabia. Siempre recuerda lo bueno para dejar atrás lo malo.

      Eliminar
  4. Yo solo quedé como ...con el pecho apretado!?...no se:/...sera que el brasier que me aprieta o es simplemente el palpitar acelerado de el corazón...será amor?...no ,talvez sea solo la emoción de tu relato bonito. Besos!

    ResponderEliminar
  5. ¡¡María!! ;)
    Me he quedado con una extraña sensación tras leerte, un "no-se-qué" que no sabría definir... Por un lado una especie de alerta y congoja, quizás con un poquitín de miedo... Algo de desconfianza por aquel Extraño y su Conexión Mágica... Aunque quizás solo sea ese temor que el Amor provoca, ese temor a que nos puedan lastimar...
    Por otro lado, está esa forma de detener el Tiempo, de hacer de un segundo una Eternidad... De querer que ese Tiempo se repitan mil veces más...
    ¡Besines! ;)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Campanilla me alegro de que te haya gustado. Es un placer leer tus comentarios y tus opiniones. Y estoy de acuerdo contigo, el amor a veces provoca un temor que nos hace disfrutar poco de él. Un besillo.

      Eliminar
  6. Un misterioso y nostálgico relato muy bien narrado. Un saludo, María.

    ResponderEliminar

Deja tu huella. Me encantaría leerla.

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.