A veces creo que
la gente me mira raro. Tengo un bolso que como el de todas las mujeres está
lleno de cosas. Un monedero, alguna barra de labios que no utilizo y que al
final termino tirando. Pañuelos, como dos o tres paquetes, nunca sé si llevo, y
siempre echo por si acaso. Montones de juguetes y trastos de mis hijas. Monedas
sueltas que bailan al son de mis andares. Una funda de gafas vacía, porque las
gafas de sol no me caben y siempre están en el coche. Un par de bolígrafos y un
portaminas. Y alguna que otra cosilla.
La joya de mi bolso por el que me mira mal la
gente cuando lo coge y me dice: “¡Pero cuánto pesa! ¿Qué llevas dentro?” Son
las libretas, sí, libretas. Llevo unas cuantas.
Me encantan las
libretas y para mí son muy útiles. Nunca me han faltado, ni siquiera cuando
escribía menos. Ahora las llevo para escribir todo lo que se me ocurra cuando
no estoy en casa.
Yo no sé si al
resto de las personas que escriben les pasa. Pero a mí me llega la inspiración
en el momento más inoportuno. El peor de los momentos es cuando voy en el coche
conduciendo. Y allí voy, manos en el volante, repitiéndome en mi cabeza
desmemoriada cada palabra, para en cuanto llegue poder plasmarla en el papel.
Pero esto no es suficiente. Cuando aparco mi coche, mi mente se resetea, se
pone en blanco. Dejándome allí parada como un pasmarote.
Y la gente me
dice, ponte alguna grabadora en el móvil y lo grabas. Y yo les digo,
conduciendo no cojo el móvil, es un peligro, desbloquéalo, busca la grabadora y
dale al rec. Además esta eso que me pasa, la palabra hablada no me suena mejor
que la que está en mi cabeza.
Así que llego y
cuando aparco, me pongo a escribir como una posesa en una de esas libretas que
tanto adoro.
En los bares
también me pasa. Me pongo a escribir en mi pequeña libretita mientras desayuno.
No es que esté todo el día en los bares, pero cuando tengo que ir a un sitio y no
me da tiempo a desayunar, aprovecho y lo hago en el bar de al lado del cole.
Ese es el mejor, porque las demás madres que están allí desayunando me miran
deseosas de saber qué es lo que escribiré tanto.
Sé que con una
libreta me bastaría, que no hace falta que cargue mi bolso con peso de más.
Pero también es verdad que son una de mis debilidades. En las tiendas de “veinte
duros” no puedo pasarme por esa sección, porque me las llevaría todas. Unas son
más feas que otras, pero en general todas me gustan.
Así que si alguna
vez no sabéis que regalarme, aquí os dejo una idea, una libretita, y si va a
juego con un portaminas mejor que mejor.
Cualquier cosa puede inspirar un relato, una historia. Un sueño, un paisaje, una imagen, un grupo de gente, etc., etc. Yo también suelo anotar lo que me viene a la cabeza en el bloc de notas de mi móvil. Lo peor de todo es cuando la idea aparece cuando estoy en la cama intentando dormir pues me obliga a levantarme y escribir lo que tengo en mente. De lo contrario, no puedo pegar ojo intentando memorizarlo todo para que a la mañana pueda retomar el hilo.
ResponderEliminarCuriosamente, ese es el momento del día (o mejor dicho de la noche) en que estoy más "creativo". Y como soy incapaz de dejar la mente en blanco...
Un abrazo.
A mi me pasa lo mismo, como tenga una idea en la cama me tengo que levantar. Porque ya lo tengo comprobado que al día siguiente no me acuerdo de nada. Un abrazo.
Eliminar¡¡Ay!! ¡¡María!! ;)
ResponderEliminar¡¡A mí tmb me encantan las libretas!! No suelo escribir en ellas, porque, aunque la inspiración me llegue cuando menos la esperas, necesito soledad para poder darles rienda suelta por completo... Pero... ¡¡Me encanta coleccionarlas!! ¡¡Es como una manía!! Por cierto... Yo tampoco puedo entrar en los "veinte duros" ;)
¡¡Y sí!! ¡¡La Palabra Hablada pierde fuerza!! Opino lo mismo... Nada suena como en tu cabeza, solo cuando lo escribes...
¡¡Besines!! ;3
PD: ¡También colecciono bolis chulos!
Ayyy yo ya no colecciono nada, pero si que es verdad que antes tenía colección de todo. La única colección que guardo todavía, es una de jabones. Y de mi madre heredé una colección de bolígrafod y lápices, y de abanicos. Así que no estoy exenta. Hay libretas en las ue no escribo porque me parecen tan bonitas que me da pena utilizarlas. Un besillo guapa.
EliminarAyyyy yo soy igual. Y mi hija, cuando vamos a Tiger o a alguna librería o bazar acabamos arrasando.
ResponderEliminarEn el sorteo que gané y del que puse foto en el blog había una libreta que tiene un espejito!!!! Es que me encantó.
Cuando escribía para concursos también me llegaba la inspiración en el sitio más inoportuno, y ahora me pasa con el blog, yo sin mi libreta no soy nada. Un besín.
Pues eso debe de ser defecto de escritor. No opdemos pasar sin ellas, ya sea digitales o en papel. Un besillo.
EliminarNo te preocupes, no eres rara ni estás loca...¡yo también adoro las libretitas y te comprendo! jajajajajaa.
ResponderEliminarLa verdad es que resultan muy prácticas por si llega inesperadamente la inspiración y coincido contigo en que grabarlo no es lo mismo, a mí el solo hecho de escucharme ya hace que se me vaya el hilo de lo que había pensado.
Un besillo solidario, María!!
Ayyy me parece que locas de las libretas estamos muchas y muchos. Parece que es algo que se extiende. Podríamos formar un club. Sería grandísimo. Un besillo guapa.
Eliminar¡Te dan un fantástico resultado!
ResponderEliminar:)
Jijiji muchas gracias. Eso intento. Un abrazo.
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