Cuando
no hay nada que decir. Cuando no hay nada que decir, las palabras se quedan
agolpadas en algún rincón de nuestro cerebro. Las palabras se pierden en el
laberinto de nuestros sentimientos.
Cuando
no hay nada que decir, las musas se sienten perdidas y se hinchan de chocolate,
de chocolate de todos los tipos, de helados de dos chocolates, del blanco, del
negro, espolvoreados con virutitas de otro chocolate distinto. Galletitas de
chocolate de todas las formas, chocolate en taza, bombones rellenos de
deliciosos sabores.
Y
aunque a ti el chocolate ni fu ni fa, ellas se lo comen por ti. Porque se
sienten perdidas entre tanta falta de palabras. Porque ellas hacen la magia con
tus palabras, pero si las has perdido, no pueden crearla, y se dedican a otras
cosas que le llenen el alma, o el estómago.
Cuando
no hay nada que decir, te limitas a sonreír, a hablar de banalidades y a decir
cosas del tipo: “Pues hoy hace más calor que ayer”, “Sí que está mal este país”,
“Claro”, o incluso ni hablas, simplemente asientes con la cabeza.
Cuando
no hay nada que decir, la frase que más escuchas es “¿Qué te pasa?”, Y tu
respuesta sigue siendo la misma. “Nada”. Y es que, ¿cómo explicas que te has
quedado sin palabras? ¿Cómo explicas que no tienes nada que decir? Te tomarían
por loca. Así que callas y asientes. Sonríes, porque es tu mejor escudo. Y
piensas que sí jugarás a juegos en los que te dan puntuación por tus
habilidades, por esa es por la que más puntos tendrías.
Cuando
no hay nada que decir, no es que estés triste, no es que estés contenta, los
sentimientos no juegan un papel importante en esto. Ellos están fuera de todo
esto, simplemente es que te has quedado sin palabras, simplemente es que no
tienes nada que decir. Y los sentimientos se sienten celosos, porque no les
estás prestando atención, porque como una autómata vas de un sitio a otro,
sonriendo, sin escuchar a tu corazón, ni a tu cabeza. Sin hablar, con tu
sonrisa, con tu escudo.
Cuando
no hay nada que decir…
Así es. Hasta que un día te despiertas con las musas cargadas de palabras, multitud de ellas y has de sentarte a escribirlas, porque te desbordan. Bravo María! Un besito!
ResponderEliminarAy como me gusta eso, que las palabras te desborden es una sensación maravillosa... Muchas gracias. Un besillo.
EliminarUn precioso texto, María, aunque algo de tristeza sí que me inspira. Para los que escribimos quedarnos son palabras es como perder la brújula para un explorador, nos limita y hasta puede hacer que nos perdamos por el camino.
ResponderEliminarAhora bien, si para expresar la idea se hace de forma tan imaginativa y hermosa, creo que no hay de qué preocuparse :))
Un besillo enorme, sin palabras...
A veces no es que las palabras se pierdan, están ahí, pero no tienen nada que decir. Eso es peor, supongo. Siempre hay algo que decir. Muchas gracias por tus palabras encontradas. Un besillo Hermana de Letras.
EliminarQué sensación, esa de no tener nada que decir, o de tener tanto agolpado que no brota en forma de palabras.
ResponderEliminarMuy buen post, besos.
Eso también, cuando las palabras se acumulan sin dejar espacio a las comas, también es complicado. Muchas gracias.
EliminarUn besillo.
Sería un privilegio de vez en vez, quedarse sin palabras en este mundo que todos quieren tener la última palabra y pocos callan. Y el que calla no es que de la razón ni la quite, ni desprecie a nadie, ¡No! el que calla es muchas veces el que no necesita tantas palabras para expresar todo lo que lleva en su interior y sabe escuchar a los que desbordan palabras.
ResponderEliminarBonito texto.
Besos
Bonita reflexi´n. Me has llegado al alma. No lo había interpretado por ese lado. Y tienes razón vivimos en un mundo en el que todos quieren llevar la razón y decir la última palabra. De vez en cuando el silencio viene bien. Un besillo.
EliminarCuando no hay nada que decir el silencio se vuelve parlanchín. Me ha gustado mucho María escribes bonito y con frescura, felicidades.
ResponderEliminarEl silencio se vuelve parlanchín... Bonita reflexión. Me gusta. Muchas gracias Pilar.
EliminarA veces es preferible quedarse sin palabras por un rato, al final, siempre surgen de forma espontánea y con más determinación.
ResponderEliminarTiende a parecer que ocurre algo que no controlas, esos sentimientos desbocados, sin embargo, vuelven a colocarse en su lugar.
Saludo cordial María.
Tienes mucha razón. No hay que forzar las cosas. Cuando lo hacen de forma natural, salen más bonitas. Un besillo.
EliminarMe ha encantado... mucho... no tengo más que decir jiji
ResponderEliminarBesillos!
Me alegro de que te haya gustado. Un besillo guapa.
EliminarEntiendo lo que quieres decir María, cuando no hay nada que decir... es como un proceso interior de lo mucho que al final tendrá que salir. Ese silencio introspectivo que en la realidad por dentro bulles con miles de todos y nadas... y no sabes por donde empezar.
ResponderEliminarEs muy bonito y de lo sincero que llega a ser enternece.
Besos!
Gracias por tus palabras, la verdad es que es una gran definición la que me haces. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Un besillo.
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