Aquella
foto me tenía devorada las pupilas. Me había destrozado mi visión. La
curiosidad me había matado. Una mezcla de sensaciones se agolpaba en mi cuerpo.
El corazón me latía fuerte, se desbocaba, en cualquier momento se saldría del
pecho.
Una
maldita foto, y ellos dos ahí, felices, mirándose, enamorados, y yo fuera,
fuera de ese amor, amor robado, mi amor, mi amor secuestrado, para otra, para
esa.
Y a
pesar de eso, me encuentro mirando sin poder apartar la mirada. Millones de
imágenes me pasan por la cabeza, él con ella, yo sola, un divorcio, yo sola, yo
sola. Estaba desgarrada por dentro, no me salían las palabras. La rabia no
dejaba pasar las lágrimas que creía que no había.
Miré su
correo, simplemente por cotillear. No lo había hecho nunca. Esa inocencia
poniendo su contraseña. Ese momento de travesura, mirando hacia atrás por si
venía y me pillaba. Sus ronquidos me decían que no vendría, que estaba a solas
con mi pantalla.
Y solo
en unos segundos, mi vida se destroza. Una foto enviada de un correo sin nombre,
no grabado. Una foto en la papelera. Y al abrirla me encuentro con la realidad
más desgarradora que me pudiera encontrar.
Y en
medio de esos sentimientos encontrados. Un momento de lucidez, o lo que yo creo
que lo es, me reenvío la foto. La maldita foto, busco y rebusco en busca de
más. Nada, solo esa imagen que me hace sangrar por dentro.
Apago
la pantalla y me quedo sentada, intentando callar a mi corazón. No me hace
caso. Él tiene su propia voz. Y sin hacer caso a mi cabeza que me dice que me
acueste y que mañana será otro día, solo oigo a mi órgano palpitante. Y lo
sigo.
Le
despierto, está profundamente dormido, y me dan ganas de ponerle la almohada en
la cabeza para callar esos malditos sonidos de tranquilidad que resuenan en mi
cabeza.
Sus
ojos se abren como pueden, y yo se lo suelto a bocajarro. Escupo las palabras
con rabia, y las lágrimas que hasta ahora no habían aflorado, salen con ellas.
Él me abraza, yo me suelto. No quiero ni que me toque. Me ha traicionado. Ya no
es él. Es otra persona, ya no es mi amor. Es otro.
Y se
excusa, me cuenta algo que parece tener sentido, pero que no lo acepto del
todo. Sigo viendo esa mirada, ese momento retratado, esa imagen se ha quedado grabada
en mi retina. Y no puedo ni siquiera escuchar lo que me dice. Mis llantos
nerviosos, ahogados en la almohada se mezclan con sus ruegos y sus perdones. No
puedo ni mirarlo. Sé que en cuanto me encuentre con sus ojos bajaré la barrera.
Me creeré todo lo que me diga y le dejaré que me siga amando.
Así que
sigo ahogándome en mi pena, en mi almohada, en mi única confidente. En la única
que sé que no me va a engañar. Y pasan las horas, y seguimos así, yo llorando y
él pasando del ruego al enfado y al ruego después.
Y
después de mil ruegos, le permito que me toque. Sus dedos en mi hombro son
fuego que quema mi piel, pero dejo que lo haga, a pesar del daño que me hace. Y
lo miro, me encuentro con su mirada. Y todo queda perdonado. Consigo olvidarme
de mí, me creo todas sus excusas y vuelvo a sus brazos. Vuelvo a sus brazos que
siempre me han reconfortado, y que ahora son solo un hueco vacío.
Y así
en esos brazos me acuerdo de ese refrán “la curiosidad mató al gato”. Y allí
estoy yo, ese gato muerto que intenta vivir otra de sus siete vidas. Ya solo me
quedan seis, y un corazón lleno de tiritas.
Me has emocionado con tu publicación. Afortunadamente, a día de hoy no he tenido nunca que vivir una situación similar. Pero creo que has retratado perfectamente cómo podría llegar a sentirme. Dolor, rabia,... La parte final es la que no concuerda con mi teoría, para mí la traición es imperdonable. Sin embargo, en el contexto del gato y sus siete vidas, me parece que lo has bordado.
ResponderEliminarENHORABUENA.
Besos.
Nunca se sabe como vas a reaccionar en estos casos, pero supongo que cuando amas a una persona es difícil abrir los ojos. Como a ti, a mí nunca me ha pasado, con lo cual solo puedo hablar desde la ficción.
EliminarUn besillo.
Que bueno Maria, ya se sabe que el que busca, corre el riesgo de encontar lo que en realidad un@ no desea saber!! Fantastico relato, besin :)
ResponderEliminarSí, si buscas es mejor prepararte para lo que puedas encontrar. Si no, mejor que te estes quieta.
EliminarUn besillo.
Qué bien retratas todos esos sentimientos que siguen al descubrimiento, María. Imagino que debe ser como si el mundo se abriera bajo tus pies, pero la noche es cómplice de todo lo que debe quedar oculto y olvidado, y la protagonista prefiere avanzar hacia un nuevo día...
ResponderEliminarMagistral, desgarrador, creíble y muy sentido... me ha encantado!!
Un besillo de miércoles.
Muchas gracias, la verdad es que no lo he sentido en mis propias carnes, pero sí que es verdad que he intentado imaginármelo. No debe de ser plato de buen gusto.
EliminarUn besillo.
La angustia de la mujer, esa desazón que pincha como agujas en las entrañas, que lucha por cambiar la versión de la historia y volver a tener lo que tenía, su amor, en el que confió su vida y por el que vuelve a tener fe.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho María. Es como si leyera una cotidianidad.
Un abrazo.
Muchas gracias Mila. A veces es difícil escribir ciertos sentiientos. Me alegro de que te haya gustado.
EliminarUN besillo.