Yo soy
cola, tú pegamento.
Tú
peleas como una vaca.
Una vez
tuve un perro más listo que tú.
Quería
ser pirata, estaba totalmente convencido de lo que quería era ser pirata. Y
para ello solo tenía que llegar al final, salvar a mi amor y enfrentarme al
temible pirata LeChuck.
Mi
madre me llama. ¡Qué pesada!
-
¡Ahora voy!
Sigo
con mi aventura con el único afán de convertirme en el mejor pirata que han
surcado los mares. Mi madre vuelve a insistir, así que a regañadientes le doy a
guardar y voy. La comida ya está fría y mi madre tiene cara de enfado. Yo
también, estaba atascado y necesitaba resolverlo. Como rápido y me siento de
nuevo en busca de mis aventuras. Oigo a mi madre suspirar a lo lejos, me lo
quito de la cabeza.
Otra
lucha de espadas, otro duelo a muerte con otro pirata. Lo salvo y sigo
adelante. No encuentro lo que busco, pero no pierdo mi afán por encontrarlo.
Podría mirar el truco en internet, en alguna página donde me digan que hacer
ahora, pero quiero jugar sin trampas. Así seré un pirata de verdad.
Mi
madre me vuelve a llamar. ¿Ya está la cena? Pues sí que se ha pasado rápido.
- ¡No
tengo hambre!
- ¡Deja
ya el maldito juego y ven a cenar!
- ¡Mamá
déjame en paz! ¡Voy a ser un pirata de verdad!
De
repente, y sin darme cuenta, mi habitación desaparece, me miro las manos y ya
no son de carne y hueso. Los pixeles invaden mi humanidad. Miro a mi alrededor.
Veo la casa del gobernador y veo el Scumm Bar, la taberna pirata. Empiezo a
moverme de un lado a otro, cuando un pirata se pone delante de mí con su
espada. Quiere luchar conmigo. Y yo en vez de luchar, escapo en sentido
contrario.
Me
estoy asustando, no sé qué hago aquí. Quiero irme con mi madre a cenar algo calentito.
Otro pirata me espera, y yo saco mi espada. Espero acordarme de las respuestas.
No sé si podré salir indemne de este duelo.
-¡Llevarás
mi espada como si fueras un pincho moruno!
No podía
elegir entre opciones, tenía que acordarme. Mi mente se quedó en blanco y no me
salía la respuesta. El pánico me tenía completamente atemorizado. No podía
salir de allí, una vez empezado el duelo, ya no había vuelta atrás o ganaba o
perdía. El sudor perlaba mi frente y las palabras no llegaban a mi boca.
Me
desperté encima de las teclas de mi ordenador. El juego seguía en mi pantalla y
la oscuridad de la noche me envolvía. Me había quedado dormido. Todo había sido
un sueño, como en “Los Serrano”. Apagué el ordenador y me fui a la cama. No
volvería a jugar durante una temporada.
juegazo Maria, en mi lista de las mejores aventuras gráficas que he jugado, guybrush threepwood esta en mi top 5
ResponderEliminarYo creo qeu de todas a las que he jugado, también una de las mejores. La pena es que ahora no tenga tiempo de jugarlas, pero bueno, siempre estará en mi recuerdo. Un besillo.
EliminarMonkey Island es un joya que he descubierto no hace mucho. Por mi edad no lo conocía (tengo 26 años) y lo descubrí por un podcast. Me ha fascinado. Leyenda!!!
ResponderEliminarUn saludo desde El Grifo de Sable +1
Yo soy un poquito mayor que tú, y jugué desde el primero hasta el último. Muchas gracias por pasarte. UN abrazo.
EliminarMe encanta Monkey Island. Esto que has escrito refleja muy pero que muy bien mi realidad de hace.... mejor no contamos los años 😊
ResponderEliminarEl mejor duelo de "espadas" de la historia.
¡Un abrazo!
Jajajaja, sí mejor no contamos los años. A mi también me enganchó. Un abrazo y gracias por pasarte.
EliminarMe ha gustado muchísimo.
ResponderEliminarBesos.
Me alegro. Muchas gracias. UN besillo.
EliminarUna historia ingeniosa, me encantó, felicidades María.
ResponderEliminarMuchas gracias. Me alegra que te haya gustado. Un besillo.
EliminarQué chulo!!!! Yo soy muy ludópata, me engancho demasiado a los juegos así que hago como tu protagonista, dejo de jugar durante una temporada.
ResponderEliminarBesos.
Ayyy yo también lo era. Pero con niñas y con el Blog, poco tiempo tengo ahora para juegos. Jijiji. UN besillo.
EliminarMuy bueno, Personalmente no me engancho a los juegos, pero si he de reconocer que en ocasiones me pasa eso mismo con otras cosas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Todos tenemos algo a lo que engancharnos y perder la noción del tiempo. Un besillo.
EliminarHay que tener cuidado con lo que se desea, no siempre es tan fácil salirse como en un videojuego. Muy bueno María.
ResponderEliminarAbrazo!!!
Sí, los deseos a veces son peligrosos. Jijiji Un besillo.
EliminarSaludos, soy un amante de la época dorada de las aventuras gráficas de ordenador, y Monkey Island era una de ellas. Desde ese punto de vista ya tiene el microrrelato mi aprecio, y por lo demás, qué decirte, que sigues siendo constante y buena narradora. ¡Un abrazo!
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras. El Monkey es uno de los mejores juegos a los que he jugado, y con este relato, me dan ganas de volver a jugar. Un besillo.
EliminarMonkey island, que grande... Casi me haces llorar de nostalgia. Esta noche seguro que sueño con el mono de tres cabezas. Gracias por este regalo María.
ResponderEliminarJajajaja sí que fue uno de los juegos de mi juventud. No podía parar de jugar. Un besillo.
Eliminar¡¡¡Woooow!!! Me has hecho rememorar uno de los mejores videojuegos de la historia, una aventura gráfica alucinante de nuestra infancia. Gracias, María.
ResponderEliminar¡Abrazo, Hermana de Letras!
Ayyy mi infancia quedaba atrás con este juego. Yo tenía unos pocos años más. Jajaja. Un besillo Hermano de Letras.
Eliminar¡Monkey Island, que grande! Al 1 no lo jugué demasiado pero el tres me marcó mucho a nivel artístico y visual. Cuidado con lo que deseamos, que como se convierta en realidad nos podemos hacer chaqueta, jeje. ; )
ResponderEliminarYo he jugado a todos, y me han encantado. Volvería a jugar si tuviera tiempo, pero mis enanas me lo impiden, jejeje.
EliminarUn besillo.