26/12/15

Momentos perdidos



                Te busco y no te encuentro. Te busco de un lado a otro, en un abrazo, en una sonrisa, en una caricia, pero no estás. Te has ido, te has ido y me has dejado.

                Y mientras voy al volante repaso a las personas que me puedan dar un cachito de ti, de tu momento. Un pedazo de esa sensación. De ese momento a salvo. Y me recuerdo cuando te tenía conmigo, cuando era fácil encontrarte. Cuando esa sensación no estaba vedada para mí.

                Ese abrazo abandonado, ese momento de llanto en silencio o a raudales, en esos momentos a salvo. Y volvía a ser niña, volvía a ser una niña indefensa, completamente arropada, a salvo.

                Ahora te has ido, me has dejado, ya los abrazos son los míos propios. Ya no hay momentos de debilidad, porque la fortaleza es la mía. Ya no existe ese abandono en los abrazos sin preguntas.

                Y echo de menos esos ratos en los que volvía a ser una niña desprotegida, esos instantes de miradas cómplices, de una mano en mi pecho, de una sonrisa alentadora. Un pequeño apoyo para seguir adelante. 


6 comentarios:

  1. Oh, ¿ese es un relato dedicado a un padre?, me ha dado esa impresión. Un abrazo enorme María.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En realidad está dedicada a una sensación que solo me daba mi madre, jejeje. Pero sí, basicamente está dedicada a ella.
      Un besillo.

      Eliminar
  2. Sí que se echan de menos, muchísimo. Mi madre también era así, cálida y fuerte a un tiempo, ella me daba seguridad y me cuidaba siempre. Desde que se fue yo también he aprendido a tener mi propia fortaleza... pero añoro sentirme como una niña, el desahogo que sentía al saberme comprendida sin objeciones.
    Un beso enorme, María.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La verdad es que sí se echa de menos. Pero como dicen es ley de vida, y ahora tenemos qeu darle esa sensación a las nuevas generaciones.
      Un besillo.

      Eliminar
  3. Entiendo lo que dices de esa sensación que se recuerda, esa protección que sólo puede dar una madre y que, aun perteneciendo a la niñez, nos acompaña toda la vida. Dicen que es la etapa más importante de nuestra vida y, en el fondo, creo que un poco de nosotros sigue siendo niñ@ (en unos menos y en otros más, je, je)
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me encanta tener una parte de niña en mí, aunque si te soy sincera me alegro de haber pasado la adolescencia, uffff.
      Pero es verdad que ese sentimiento dura toda la vida.
      Un besillo.

      Eliminar

Deja tu huella. Me encantaría leerla.

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.