2/6/15

Agua salada



     
     Antonio era un hombre feliz, de esos que van sonriendo por la calle con unos cascos puestos mientras tarareaba. La gente que pasaba por su lado y lo miraba, sin quererlo, una sonrisa se dibujaba en sus labios. Sin pretenderlo, Antonio les había alegrado el día. Su felicidad era contagiosa.

     
     Así era él, un hombre que daba sin esperar nada a cambio. No le importaba que la gente no le devolviera los favores, él lo hacía porque quería, no por obligación. Era feliz haciendo feliz a la gente.

    
     Su vida era perfecta. Después de estudiar mucho había conseguido un buen trabajo en una oficina. Era un trabajo monótono, pero solo iba por las mañanas, así que tenía todas las tardes para disfrutar de su familia.

    
    Su familia era lo más preciado para él. Él, que se había criado en una casa de acogida, valoraba la familia por encima de todo. Se había casado con el amor de su vida, con la chiquilla de las coletas que le quitaba el sueño en el colegio. Ahora era su mujer y le había dado tres preciosos hijos.  Su mujer, al contrario que él tenía una familia enorme, era la quinta de siete hermanas, todas niñas, y cuando se juntaban todos era una locura.

   
    Pero un día todo su mundo se vino abajo, sus hijos se habían ido de excursión a una granja cercana. El autobús cayó por un barranco y los cincuenta niños que iban dentro murieron en el accidente. Entre ellos los trillizos de Antonio.

  
     Aquello fue una desgracia para toda la ciudad. Pero sobre todo para aquellos padres que habían perdido a sus hijos.

  
     La mujer de Antonio, Laura, se quedaba los días encerrada en casa llorando la perdida de sus tres niñitos. Antonio se iba a trabajar y cuando llegaba por la tarde, intentaba sacar a su mujer de su letargo, pero esta no se dejaba.

    
    Los amigos que antes tanto los llamaban, dejaron de hacerlo. Antonio dejó de sonreír por la calle. Ya no escuchaba música. Había cambiado los cascos por un cigarro. La gente ya no lo miraba. Lo evitaban.

   
     Un día, después del trabajo, su  mujer le esperaba en el salón. La alegría le invadió de nuevo el corazón. Saldrían de aquello. Pero pronto se dio cuenta de que no era lo que él creía. Las maletas en la puerta no presagiaban nada bueno. Laura se iba.

   
    - No soporto mirarte, me recuerdas tanto a ellos… Me voy de la ciudad, no quiero ver a mi familia. Ellos no entienden por lo que estamos pasando. Necesito salir de aquí o me ahogaré.

  
     Por mucho que Antonio le dijo, por mucho que le prometió, Laura salió de la casa y de su vida. Los días siguientes fueron los peores. La familia de Laura no paraba de llamar a Antonio para preguntar donde estaba. Para echarle en cara que él era el culpable de todo. Y sin embargo el aguantó todos los desprecios.

  
      Hasta que un día, cuando llegó a su casa vio algo brillante debajo del sofá. Se agachó a cogerlo. Era un lazo con purpurina de su hija. No pudo evitarlo más y se derrumbó.

  
     Dos semanas más tarde la policía entraba en su casa. Un olor nauseabundo alertó a los vecinos. En cuanto abrieron la puerta se dieron cuenta de que la casa estaba encharcada de agua. Encontraron el cadáver de Antonio en su cama, estaba disecado, rodeado de colillas y algo muy extraño, el agua que lo invadía todo, era agua salada.


12 comentarios:

  1. Muy triste pero precioso.Bien pensado.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Paola. Me ha costado un poco, viendo la imagen no se me ocurrían muchas cosas.

      Eliminar
  2. Me has dejado sin palabras y con los ojos llorosos, de verdad. Me ha encantado, a veces necesitamos llorar... Gracias.
    Abrazo grande, Compi.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Siento haberte hecho llorar, pero si era lo que necesitabas, me alegro de haberte servido de ayuda. A veces no podemos evitar dejar parte de nosotros en nuestros textos. Se nos nota cuando tenemos un mal día y uno bueno. Un besillo muy grande Compi. Y a secar las lágrimas.

      Eliminar
  3. Ufffff que triste. Me gusta mucho, está genial pero me da una angustia...
    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias. Siento haberte causado tanta angustia. Un besillo.

      Eliminar
  4. Belo e triste...
    Mas essa imagem não remete a coisas alegres!
    gostei muito!

    Parabéns!

    Abraço

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muito obrigado pelas suas palavras . Para mim , a imagem é pago para algo triste. Um abraço.

      Eliminar
  5. Qué triste y a la vez qué poético, María! Eso sí que es morir de amor... por tu familia :)

    Muy bueno, un abrazo!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Julia. Sí, una muerte por amor. No creo que haya nada peor que perder a tu propio hijo. Un abrazo.

      Eliminar
  6. Me ha gustado mucho este triste relato Maria, una trágica historia escrita de maravilla, que he leído con gran placer.
    Un saludo y una :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Benjamín. Y bienvenido por estos lares de nuevo. Un abrazo.

      Eliminar

Deja tu huella. Me encantaría leerla.

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.