Española hasta la médula

                Hoy soy española, hoy y los 364 días restantes del año. Llevo varios días pensando en escribir sobre esto y poniendo en orden mis ideas. Hoy es el día perfecto, porque hoy celebramos nuestra Hispanidad.

                Me encanta ser española, ser andaluza y ser almeriense. No quiero dejar de ser ninguna de las tres cosas. Porque ser española para mí, tiene multitud de significados.

                Me siento orgullosa de serlo. Y no me amedrento al hacerlo. Lo malo es que este país no es como Estados Unidos en ese sentido. Ellos sienten su bandera y su patriotismo con una fuerza inusual, que aquí no mostramos por distintos motivos que no vienen al caso. Ellos se paran a aplaudir a los soldados que luchan por su país, cuando pasan por su lado en el aeropuerto (existe un vídeo en YouTube que lo verifica). Ellos se ponen la mano en el pecho al escuchar su himno, que sí, que la verdad es que es muy bonito y te pone los pelos de punta cuando lo escuchas.

                Pero el himno de España tiene fuerza, tiene garra. Y no digamos los recuerdos que me llevan a mi colegio, cuando mi director sacaba el tocadiscos mientras los niños estábamos en las filas y nos ponía el disco del himno español. Esos recuerdos de los niños cantando por lo bajo “Franco, Franco, que tiene el culo blanco porque su mujer, lo lava con Ariel…”.

                Y nuestra bandera, no tiene nada que envidiar a las demás. Roja y amarilla, colores con fuerza, como los españoles.

                No me gusta que la gente se avergüence de lucir nuestra bandera, que solo la sacan cuando hay un mundial de fútbol, porque parece que si no ves esos partidos no eres español. Yo no los veo. Sí, no me gusta el fútbol nada de nada. Me aburre ver 22 tíos corriendo por el campo. Sí que me alegro de que gane España, pero igual que cuando lo hacen los atletas, los nadadores, los jugadores de baloncesto,… porque todos son españoles.

                Y es que los españoles somos un país lleno de culturas diferentes, por estas tierras han pasado muchas civilizaciones, y todas ellas han dejado su huella. Nuestra historia se remonta a siglos atrás, hemos sido conquistados, y también conquistadores. Hemos aceptado a los que venían, y a otros los hemos echado, (no me enorgullezco de eso), y es que la historia tiene sus momentos buenos y los malos. Hemos pasado por guerras y por épocas de paz, por crisis económicas y sociales.

                Y todo ello ha hecho que seamos un país fortalecido. Es verdad que hay países más fuertes que nosotros. Pero en ninguno se está tan a gusto como en el nuestro. Si no, ¿por qué se vienen a vivir después de jubilarse?

                España es un país lleno de contrastes. Todas sus comunidades y provincias tienen algo especial. Las playas que rodean nuestras cosas son todas especiales y diferentes. Son playas de arena fina, de rocas, de piedrecitas, con rocas volcánicas,  para turistas, calas escondidas para enamorados, playas con árboles en sus orillas…

                Tenemos sierra y montes para andar, bellos paisajes pintados de verdes, bosques donde las meigas hacen sus conjuros, valles donde se pierde la vista en el horizonte, desiertos donde las piedras se tuestan al sol, volcanes inactivos y ríos inagotables de agua pura y cristalina. Tenemos nieve, tierra y mar.

                En nuestras ciudades encontramos verdaderas bellezas arquitectónicas: la Alhambra de Granada, las Alcazabas que gobiernan nuestras ciudades, como las de Málaga y Almería, el Acueducto de Segovia, las casas colgantes de Cuenca, la Mezquita de Córdoba, la Sagrada Familia en Barcelona, el Teatro Romano de Mérida, la Giralda de Sevilla, Molinos de viento de La Mancha, la Catedral de Burgos, de Salamanca, de Santiago de Compostela, de León,… de todas las provincias españolas, las distintas iglesias que adornan nuestros pueblos, la Universidad de Salamanca, el Palacio Real de Madrid, y museos como el Prado o el Guggenheim,… Y podría seguir hasta la eternidad, porque el arte impregna cada rincón de España.

                En nuestro país han nacido grandes literatos, cineastas, pintores, escultores, músicos, cantautores,… No los nombro porque la lista sería interminable. Pero seguro que sí cerramos los ojos nos vienen algunos de ellos a nuestra cabeza. Cada uno tendrá su favorito, seguro que muchos coincidirán, y muchos otros no.

                Tenemos una gran diversidad lingüística cuidada y evolucionada con los años. Solo nosotros sabemos distinguir un andaluz de un extremeño, o un catalán de un valenciano, solo por el acento.

                Nuestra comida es famosa en el mundo entero, el aceite de oliva, el jamón serrano, la tortilla de patatas, la paella de Valencia, el cocido madrileño, el salmorejo cordobés, el gazpacho andaluz, el marisco de Galicia,… y sinceramente no sigo porque me da hambre.

                En España se vive bien, a pesar de la crisis, a pesar de la corrupción, a pesar de la inmigración y la emigración. Los españoles siempre hemos sacado nuestra garra para salir a flote. Trabajamos como mulas desde Huelva hasta Gerona, desde Almería hasta La Coruña. Somos gente trabajadora. Pero también sabemos divertirnos. Las terrazas de los bares se llenan de gente tomando cervecitas. Porque sí, tenemos otro punto a nuestro favor, que es el clima. El sol brilla casi todos los días del año, es verdad que más en el sur que en el norte. Pero aun así, a pesar de la lluvia, encontramos la forma de salir a la calle.

                Por todas estas razones, y evidencias que os he enumerado, y muchas más, me siento feliz, y orgullosa de mi país y orgullosa de ser española. Porque estar orgullosa de tu país y lucir la bandera no es símbolo de derechas, porque todos, seamos de la ideología que seamos, y creamos en lo que creamos somos Españoles, todos tenemos un DNI que lo certifica. No es algo exclusivo de unos pocos, es de todos nosotros.

                Con lo que dejémonos de tonterías y sintámonos orgullosos de lo que somos. No porque sea la mano que nos da de comer, sino porque nosotros somos españoles, y es algo que nadie podrá arrebatarnos, con todo lo que ello conlleva.