Érase
una vez un reino muy, muy antiguo. Su historia estaba guardada en el edificio
más grande de todos. Era una construcción llena de pasillos y salas, laberintos
enormes de estanterías que guardaban todos los secretos de ese reino.
Un
único guardián custodiaba sus rincones. Los guardianes eran entrenados durante
años. Eran aprendices de los antiguos guardianes durante sus últimos años de
oficio, y cuando estos se retiraban, los aprendices ocupaban su puesto.
Lo
primero que hacían era prepararse una mochila con comida para aguantar mínimo
una semana. Y se introducían en aquel laberinto de libros. El objetivo era
conocer el edificio palmo a palmo, sabiendo en que parte estaba la historia de
un año o de otro. En el trascurso de ese tiempo, podían leer cualquier libro
que quisieran, cuantos más mejor, porque así sabrían algo de su historia.
Ningún guardián
había conocido su historia al completo, pero cuando existía alguna discusión, o
algún problema sobre sus tradiciones, siempre recurrían a ellos. Si no habían
leído sobre esa parte, se les daba tres días para que pudieran investigar sobre
la duda que se les ofrecía.
Loras
era el próximo elegido para ser guardián. En casa, empezó a meter en su mochila
todos los víveres y el agua que le harían falta. Aunque sabía que entre los
pasillos había fuentes, baños y habitaciones con camas, no sabía si las
encontraría en el momento justo.
Loras
era un chico solitario, a la edad de diez años perdió a toda su familia. Con su
destreza y su inteligencia, logró ocultarle a todo el mundo que vivía solo. Y
solo creció, se educó en el colegio y trabajó en lo que pudo para ganarse lo
justo para sobrevivir.
Era un
chico con mucho carisma, y sus buenas formas y su manera de hablar hacían que
todos los que estaban a su alrededor lo siguieran y creyeran en todas sus
afirmaciones.
Así que
nadie le impidió que se hiciera guardián. Todos estaban de acuerdo con aquel
desenlace.
Loras
pasó más de una semana entre aquellas paredes, lo miraba todo, leía cada uno de
los libros que pasaba por sus manos, paseaba por los pasillos de un lado a otro
sin llegar a perderse ni una sola vez. Y es que lo que nadie sabía es que Loras
se había estado colando todas las noches desde muy pequeño en el sagrado
edificio. Que ya había leído la mitad de todos los libros y que se sabía la
historia de aquel reino mejor que ningún otro guardián.
Lo
primero que hizo al entrar fue sellar la puerta por donde él había entrado y
que solo él conocía. Una puerta que se había puesto allí hacía miles de años y
que ya nadie recordaba.
Después
de dos semanas recordando, leyendo más y empapándose de todo, Loras salió. El
guardián lo recibió con los brazos abiertos y en ese abrazo, Loras mató al que
iba a ser su maestro. Volvió a entrar y no salió hasta tres días después.
El
reino estaba consternado, el guardián había muerto antes de tiempo y el aprendiz
no había sido formado. Loras salió llorando en cuanto le dieron la noticia. Se
hizo el sorprendido y entre lágrimas falsas convenció a todos para que lo invistieran
para hacerlo guardián.
En la
ceremonia, Loras contó la historia de su familia. Contó que había vivido solo
durante casi toda su vida. Y que se había esforzado mucho para conseguir llegar
a lo que era. Contó que la muerte de su familia había sucedido en el reino
vecino, que envidioso de su larga historia asesinaba con crueldad a todos sus
habitantes.
Algunos
no le creyeron, pero otros, los que menos conocían su historia sí. Durante un
tiempo Loras cambió la historia a su antojo, tergiversó la mayoría de los
libros que había leído y les inculcó un odio visceral a los habitantes por el
país vecino.
Después
de cinco años como guardián, y de algunas muertes sospechosas de dirigentes del
reino contrarios a Loras. El reino se levantó en armas. No fueron todos, muchos
vivían escondidos, acorralados por el miedo.
Loras
llevó al reino a una guerra sin sentido y por el que lucharon muchos hombres,
hombres inocentes que batallaban por unas ideas equivocadas. Hombres que no
conocían la realidad de su historia, porque se la habían ocultado. Tanto poder
para un solo hombre, Loras lo aprovechó en su propio beneficio. Usando el odio
que le había reconcomido durante años.
Le daba
igual quien ganara o perdiera, solo quería ver cuantos más muertos mejor, ese
era su objetivo. Dejar a niños sin familias, solos, que supieran por lo que él
había pasado.
Y así
fue como dos reinos que habían estado en paz durante generaciones, se acabaron
destruyendo el uno al otro. Y así fue como el edificio de la historia fue
destruido por las bombas, deshojando los libros uno a uno y haciéndolos volar
como mariposas de fuego. La historia murió allí, en aquella guerra absurda que
duró años. Ya nadie sabía porque había empezado, nadie se acordaba de sus
comienzos, su historia había sido cambiada y destrozada. Y sus habitantes
también.
Me ha sorprendido mucho tu cuento, María. Estaba convencida de que el joven Loras sería un ser bondadoso y esforzado en hacer bien su trabajo. Me ha encantado el giro que les has dado al argumento!
ResponderEliminarEs interesante la idea que planteas sobre la historia tergiversada e inculcada a los habitantes del reino, y en lo que eso desembocó. Me ha dado mucho en qué pensar.
Un beso grande y enhorabuena, es un gran cuento!!
La verdad es que por desgracia, esto pasa demasiado en la realida. Se aprovechan de la incultura de los aldeanos, los de a pie, comosuele decirse. Quería reflejar esto y mucho más en el relato, espero haberlo conseguido.
EliminarMe alegra sorprenderte.
Un besillo.
Magnífica metáfora María, que, cómo dice Julia, da mucho que pensar. Un último párrafo impresionante que evoca una historia que, por desgracia, se repite muy a menudo. El ejemplo lo tenemos muy cerca en el tiempo
ResponderEliminarBesos
Sí como tú bien dices se repite demasiado. Parece mentira que esté la historia para recordárnoslo y que no le hagamos mucho caso.
EliminarUn besillo.
Qué curioso, me ha pasado como a Julia, ya que pensaba que Loras iba a ser una persona noble y bondadosa y de corazón, y al final se reveló como un auténtico ser perverso y retorcido. Es una pena que tanto conocimiento a su alrededor no le sirviera más que para tener nuevas armas con las que incitar a una guerra a la gente. Me ha gustado bastante la historia y el giro inesperado del personaje, qué tendrán las bibliotecas que dan tanto carisma a las historias, ains jeje.
ResponderEliminar¡Un beso!
A veces nos ocurren cosas malas en la vida que hacen que nos levantemos y seamos mejores personas, otras no. Creo que eso va en el carácter de cada uno.
EliminarMe encantan las historias en Bibliotecas, seguro que "La sombra del viento" tiene mucho que ver.
Un besillo.
Si escribo más repito lo de los compis. Resumo: me ha encantado, jeje ;)
ResponderEliminarCon tu permiso me llevo el relato de paseo. =)
Un besote.
Puedes llevártelo donde quieras. Permiso concedido.
EliminarUn besillo.