Hora de
la muerte: las dos de la madrugada.
En mi
vida he llorado mucho, mucho muchísimo. Así que cuando vi la película “El
diario de Noa” y me pasé llorando un buen rato largo después de que hubiera
acabado, decidí que no volvería a ver ninguna película que me hiciera llorar.
Así que
prohibidas las películas de la segunda guerra mundial o de la guerra civil
española, o de matrimonios en los que se muere alguno de los protagonistas.
Atrás
quedaron películas como La milla verde, La lista de Schindler, La vida es
bella, El diario de Noa, ET, Titanic, El club de los poetas muertos, Ghost, La
ciudad de los ángeles,…
Sé que
me pierdo grandes películas como Doce años de esclavitud y muchas más que se
han perdido por el camino, pero esa es mi decisión. Ya se sufre bastante en la
vida, como para añadirle más sufrimiento gratis.
Aunque
debo decir que ante mi premisa, he creado una excepción. Y es la serie de
Anatomía de Grey. Aquí aprovecho para decir que habrá Spoilers, para quien no
la haya visto que no siga leyendo.
Y es
que es una serie que empecé a ver cuando ya estaba empezada, una serie que me
llega al corazón, que me inunda de emociones. Imágenes míticas como Izzie
tumbada en el sueño del baño llorando por Denny, el gran amor de su vida. O
Cristina abandonada en el altar y Meredith rajándole el vestido de novia. Y
allí estoy yo a moco tendido, llorando como una magdalena.
Hora de
la muerte: las dos de la madrugada.
Y ahora
mi último momento, aunque sabía que iba a pasar, no puedo evitar mirarlo. Derek
Shepherd deja la serie, y con ello llega su muerte. Nuestro querido doctor
macizo muere en un accidente de tráfico. Decidí verlo de madrugada, sola, con mi
escenario preparado porque sabía lo que venía. Ni un ruido en la casa, ni en la
calle. Solo ellos y yo, una Meredith destrozada por perder el amor de su vida,
y un Derek muerto a lo grande. Como solo él podría hacerlo.
Y yo en
mi sofá llorando como si la vida me fuera en ello. Como si la muerte me
acechara a mí. Un llanto abrasador, liberador, de esos que te dejan a gusto
cuando acaban. Y mientras, lo veo, en la puerta de mi salón aparece mi Derek
particular, que ya me conoce, que sabe cómo soy, y con los ojos cubiertos por
el sueño, viene y se sienta en el sofá y me abraza, mientras yo le lleno la
camiseta de lágrimas que no son para él. Y me besa en la frente y me acaricia
el pelo.
Se levanta
y me deja sola con el final de mi capítulo, sabiendo que es en realidad lo que
quiero, terminar de verlo, sin preguntas, sin explicaciones.
Y más
lloro, ¿cómo es posible que tenga tanta suerte? Acaba el capítulo y me voy a la
cama con un nudo en la garganta, y ya allí cansada de llorar, cansada porque ya
son las tres de la madrugada, abrazo a mi Derek y me duermo, saciada de
lágrimas, saciada de llantos.
Que necesaria a veces dejar escapar esas lágrimas que no son de nadie y si para todos, lágrimas que curan dentro. Besos
ResponderEliminarSi, la verdad es que esas lágrimas siempre vienen bien.
EliminarUn besillo.
Es cierto que esos llantos son a veces muy liberadores, pero lo son más aún si tienes a tu propio Derek en el que refugiarte, que se convierte en tu refugio o que es capaz de respetar tu deseo de soledad. Eso sí que es un Derek como-Dios-manda y quien lo tiene, una afortunada.
ResponderEliminarMe encanta tu estilo, sereno y conmovedor a un tiempo, es un placer leer lo que escribes. Un beso, María
La verdad es que si que tengo un buen Derek, que voy a decir.
EliminarMe encantan tus palabras, siempre me llenan de orgullo.
Un besillo.
Me quedan 6 episodios para terminar la temporada 11, pero lo de Derek ya lo sabía... Así que yo también me estoy reservando para la llantina, porque a veces, necesitamos llorar por cosas que realmente no nos afectan. Y que respeten nuestro llanto.
ResponderEliminarEnhorabuena por tener al amor de tu vida a tu lado.
Bss
Menos mal que no te lo fastidié.
EliminarLa verdad es que si que necesitamos llorar por cosas que no nos incumben.
Un besillo.
Aunque no soy un ávido seguidor de Anatomía de grey, comparto ese efecto lacrimógeno, me he perdido muchas películas después de llorar como una magdalena con Hachiko (siempre a tu lado). Me ha gustado la melancolía del relato, un abrazo María.
ResponderEliminarLa verdad es que ya lloramos suficiente en la vida como para llorar gratuitamente. Aunque me la reservo para Anatomía, esta serie acabará y se acabó llorar gratis por las pelis.
EliminarUn besillo.
Ayyysss...no veo la serie pero comprendo esos llantos con las pelis...qué te voy a contar si lloro hasta con la de dibujos!!! Menos mal que tienes a tu Derek particular!! Jejeje
ResponderEliminarBesitos!!
Yo también lloro con las de dibus, y mi mayor ha salido a mí, con solo tres años ya lloraba con las pelis. Ayyyy pero que liberador es...
EliminarUn besillo.
Has hecho una preciosa declaración de amor hacia tu Derek, :)
ResponderEliminarYo también soy muy extra llorona, muchos besos María.
Pues nos podríamos juntar todas las lloronas, seguro que creabamos un gran río de lágrimas. Jijiji.
EliminarUn besillo.
Comparto la opinión del resto de comentarios: muy bien escrito. No soy seguidos de Anatomía de Grey, pero entiendo tu punto de vista. Aunque, por otro lado, a mí sí me gusta ver todas esas películas. Sé que la vida tiene ya bastantes dramas por sí misma, pero no sé, también experimentas esa sensación que tú tan bien describes al final: lo liberalizador del llanto, del drama en la pantalla... Es como el terror: a nadie le gusta pasar miedo, pero hay cierta sensación adictiva cuando lo ves desde la seguridad de tu sofá, je, je
ResponderEliminarUn placer leerte
Besos
Sí supongo que tienes razón. Por eso me he dejado una serie para llorar a gusto. La verdad es que las pelis, prefiero dejarlas en el baúl de los recuerdos, y las que vengan, que las vean otros, aunque me pierda grandes películas.
EliminarMuchas gracias por tus palabras.
Un besillo.